jueves, 17 de marzo de 2011

ES LA CORRUPCIÓN, ESTÚPIDO


Por Horacio Serpa.

Jueves, 17 de Marzo de 2011 00:00

“Los ataques al erario son nuestro pan de cada día”

“DONDE quiera que ponemos el dedo sale pus”, dijo el superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, para expresar el grado de corrupción de esa entidad sometida por los paramilitares para legalizar la expropiación de más de 150 mil hectáreas de tierra en varias regiones del país. Despojo que puede ascender a más de dos millones de hectáreas a desplazados por la violencia y al propio Estado.

Esta frase, que luego retomó el presidente Santos, demuestra el grado de descomposición ética y moral del país, en donde la frontera de lo lícito se ha corrido de su eje, como si un tsunami de delincuentes armados y desarmados, sucios y perfumados, hubiera destruido la capacidad del Estado para combatir ese fenómeno.

Los ataques al erario son nuestro pan de cada día, con el agravante de que ya nadie se escandaliza. Es larga la lista de entidades oficiales afectadas por la contratación indebida. Durante años se creyó que saquear al Estado era una actividad lícita. Y favorecerse económicamente del poder político una manera plausible de ganarse la vida.

Colombia ocupa el puesto 78 en la lista de transparencia internacional. Es de suponer que en el próximo informe mundial hayamos descendido. Los investigadores de esos organismos deben estar tomando nota de cuánto sucedió en Inco, Incoder, la Dirección Nacional de Estupefacientes, la Superintendencia de Notariado, y un largo etcétera de entidades oficiales corrompidas por los intereses oscuros de contratistas y políticos.

Bien hace el Gobierno en levantar los tapetes de las entidades del Estado para sacar la escoria que se esconde debajo y señalar responsables. Los organismos de control ya están entrando a castigar a los culpables. Los carteles de la contratación tiemblan.Apoyamos con decisión al presidente Santos en su agenda contra la corrupción, que es la prioridad para salir adelante.

Los recursos públicos no pueden seguir siendo el botín de los descompuestos. Los partidos políticos deben respuestas a la opinión pública. Los órganos de control tienen ante sí una enorme tarea. Pero también la sociedad civil y los medios de comunicación deben estar alertas para que las investigaciones no terminen en nada.

Debemos desmentir la desafortunada frase según la cual la corrupción es inherente al ser humano. El respeto a la ley, la honestidad, el altruismo, la convivencia y la promoción del bienestar común deben ser los valores de los colombianos. Nadie puede creer que robar vale la pena, porque la cobija la impunidad y el reconocimiento social, ni que el Estado es una casa grande para saquear indefinidamente.

El primer tema de la agenda nacional y regional es la lucha contra la corrupción. Quienes se opongan a esa cruzada por superar la política del todo vale, están en el lugar equivocado.

Cuando despega la campaña electoral hay que repetir, parafraseando lo que se dijo alguna vez en Estados Unidos, es la corrupción, estúpido.

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