jueves, 22 de marzo de 2012

Tiranos en la cama

ROMANCES

Esposas, amantes o compañeras de lucha.

No importa el papel que jugaron en la vida de los dictadores, todas ellas padecieron su obsesión por el poder. Un nuevo libro se mete en la alcoba de los 'hombres fuertes' del siglo XX.
La vida pública de los dictadores suele ser objeto de la narración de sesudos historiadores. Pero de puertas para adentro su vida sigue siendo un enigma que despierta gran fascinación. En efecto, detrás de la estampa arrogante de los tiranos clásicos, en la intimidad muestran su faceta más humana. Consciente de que el poder siempre ha sido un afrodisíaco, la periodista belga Diane Ducret investigó las relaciones sentimentales entre los 'hombres fuertes' y sus esposas devotas y amantes pasajeras.
El resultado es Las mujeres de los dictadores, una serie que ya va por su segundo volumen. "Ellas los aman hasta la muerte y además mueren por su amor. No tienen una vida distinta a la que comparten con ellos, y ni siquiera se liberan cuando enviudan", dijo la autora a esta revista. Y es que, a pesar de su crueldad, la mayoría de estas mujeres los siguen con absoluta sumisión. Solo algunas gobiernan a su lado y las pocas que se rebelan terminan en la tumba. SEMANA recoge algunos de los romances que protagonizaron los líderes que doblegaron a las masas con su fuerza y encanto.

De Rusia con amor

Vladimir Ilich Lenin vivió un ‘ménage à trois’ con su esposa Nadezhda Krúpskaya y su amante, Inesse Armand. Hoy ambas son consideradas heroínas de la revolución rusa.

Cuando Vladimir Ilich Lenin conoció a Inesse Armand en un café de París, quedó fascinado al descubrir que la hermosa francesa, rusa por adopción, también había sufrido el exilio y la cárcel por oponerse al régimen zarista. Su espíritu revolucionario no era lo único que tenían en común: ambos estaban casados. Ese inconveniente no les impidió debatir con sus camaradas tardes enteras y reunirse solos en las noches a compartir más que su ideología. Inesse veía el matrimonio como una institución burguesa y represiva. Práctica y racional, terminó por abandonar a su pareja y se hizo íntima amiga de Nadya Krúpskaya, la esposa de Lenin. Durante seis años convivieron bajo el mismo techo y compartieron hasta la misma cama, pero el idilio terminó cuando Inesse enfermó de tifus y murió. La fiel Nadya no tuvo más remedio que convertirse en su paño de lágrimas durante el entierro. Ese día, el líder bolchevique lloró en público por primera vez.

Corazón de acero
Josip Stalin llego a creer que su esposa, Nadya Alliluyeva, era una aliada de sus enemigos políticos y por eso la sometió a las mismas torturas que sufrían los prisioneros en los campos de concentración.

Josip Stalin dirigió con mano dura la Unión Soviética por casi tres décadas y reprimió con ferocidad a sus opositores. Pero no siempre fue tan despiadado y paranoico. Cuando era un rebelde conoció a Ekaterina Svanidze y se enamoró tanto de ella que hizo lo impensable para un comunista: se casó en secreto por la Iglesia para complacerla. Sin embargo, no pudieron disfrutar de su amor porque él se unió a las filas de la Revolución y ni siquiera alcanzó a despedirse de su esposa cuando enfermó de tuberculosis. Stalin jamás se perdonó no haberla acompañado en su agonía y culpó de su tragedia al régimen zarista. Ante su tumba dijo: "Era la única que podía ablandar mi corazón de piedra. Ha muerto y con ella se ha ido mi afecto por los seres humanos". Desde ese momento se obsesionó con el poder y llegó a convertirse en el más cruel de los tiranos. Tuvo muchas amantes y solo después de los 40 años se casó con Nadya Alliluyeva, la hija de una reconocida familia bolchevique. El hombre de acero, como le decían, veía amenazas por todas partes y hasta acusó a Nadya de traicionarlo. Un día, durante una cena en el Kremlin, al ver a su esposo coqueteando con una actriz, Nadya estalló y le reclamó a pesar de que en la sala estaban varios miembros de su partido. Él, que se había excedido con el vodka, intentó quemarla con un puro y la hizo callar. En medio de sollozos Nadya huyó a su habitación y, según la versión inicial, se suicidó. Se rumoró que Stalin en realidad la había asesinado y, cuando los reportes oficiales dictaminaron que había sido una apendicitis, el enigma quedó abierto. El gobierno nunca habló del tema y en sus últimos años el líder comunista terminó involucrado con su ama de llaves.

El club de las suicidas
su final. Tras 39 horas de matrimonio, ambos se suicidaron: ella, con una pastilla de cianuro, y él, de un tiro en la boca. Al otro día, Magda, una mujer que se había casado con Goebbels para estar cerca de su amado Führer, lo siguió en la tumba y también envenenó a sus seis hijos. Sin Hitler, no tenía motivos para
Eva Braun se rellenaba el brasier con papel y se teñía el pelo para obtener la apariencia aria que enloquecía a Adolf Hitler. Aun así, antes de casarse le exigió un examen médico que certificaba que no era judía.

Adolf Hitler aprendió que para dominar a las masas tenía que seducirlas. Se quitó su ropa de provinciano y se convirtió en un símbolo sexual con todo y su bigote de cepillo, su baja estatura y sus rasgos poco agraciados. Recibió más cartas de fanáticas que Mick Jagger y The Beatles juntos, pero nunca las respondió ni quiso casarse: estaba entregado por completo a lo que creía era su misión por el pueblo alemán. Al menos ese fue el mito que creó Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi, para encubrir la vida tormentosa del Führer. Se rumoraba que a Hitler le gustaban toda clase de perversiones en la cama, que era asexual y hasta que era gay, pero lo cierto es que siempre luchó contra el recuerdo de su sobrina: Angelika 'Geli' Raubal, una jovencita 20 años menor que él y huérfana de padre, a quien llevaba a la ópera de gancho, le cumplía hasta el más mínimo capricho y celaba de forma enfermiza. "Mi tío es un monstruo. Nadie puede imaginar lo que me exige", dijo alguna vez y, tal vez por eso, a los 23, le robó su revólver y se disparó en el pecho.

Hitler jamás superó su muerte y, aunque encontró consuelo en Eva Braun, una secretaria más preocupada por su clóset que por la política, nunca le dio su lugar como primera dama. No era lo suficientemente atractiva y tuvieron que pasar 14 años para que se casaran. Lo hicieron cuando Berlín ardía bajo las bombas del Ejército Rojo y Hitler veía cerca vivir.

Hasta la tumba
Por la vida de Francisco Franco solo pasaron dos mujeres: un amor platónico de adolescencia y Carmen Polo, su esposa. Ella correspondió a la fidelidad del caudillo con entrega absoluta y, cuando él murió, desapareció por completo de la vida pública.

"Le ordeno a usted que me quiera". Así empezaba una de las doscientas cartas que Francisco Franco le escribió a su primer amor, Sofía Subirán. Ella lo rechazó, pero testarudo, como sería años después al reprimir violentamente a la oposición, no se rindió y le enviaba mensajes a diario. Solo lo hizo cambiar de parecer un encuentro en la plaza de Oviedo con Carmen Polo, que lo flechó para siempre. El tenientillo, a quien llamaban Paquito, era hombre de una sola mujer y desde entonces se las arregló para visitar a Carmen en el convento donde estudiaba. Tras varios años de noviazgo secreto, se casaron y, fieles a sus creencias católicas, permanecieron juntos hasta el fin de sus días. Ella asumió el papel de mujer florero y se limitó a dejar brillar al 'salvador de España'.

La 'Duce' vita
Aunque Benito Mussolini estaba casado, todo el mundo sabía que su concubina favorita era Clara Petacci, una joven aristócrata 29 años menor que él.

El poder de seducción de Benito Mussolini es legendario. Aunque se dice que por su cama pasaron más de 5.000 mujeres, solo tres marcaron su vida. La primera es Rachele Guidi, una joven campesina a quien obligó a subir al altar con un revólver en la nuca. Tuvieron cinco hijos y ella se convirtió en la esposa ejemplar del fascismo a sabiendas de las infidelidades de su marido. Porque para todo el mundo era un secreto a voces que Margherita Sarfatti, una intelectual veneciana, era la concubina oficial de Il Duce. Pero su relación no se limitó a la alcoba: Margherita también era su estratega política, lo veía como el futuro caudillo de Italia y lo animó a liderar la famosa Marcha sobre Roma. Lo que nunca previó fue que los ideales antisemitas de Hitler contagiarían a Mussolini. Y como ella era judía, pronto pasó de ser su amante favorita a la enemiga del régimen. El dictador no tardó en reemplazarla por la actriz Clara Petacci, 'el broche de oro' de su carrera amorosa. Antes de conocerlo en una carretera, Clara dormía con una foto de él debajo de la almohada. Era tal su devoción que, además de soportar sus aventuras y celos por más de diez años, murió a su lado, fusilada por la resistencia partisana en 1945.

Tortura china

La crueldad y la tragedia son una constante en la vida amorosa de Mao Zedong. Su primer matrimonio fue arreglado y duró muy poco porque la novia murió cuando apenas tenía 21 años. El segundo, con Yang Kaihui, tampoco tuvo un final feliz: los nacionalistas la capturaron y, luego de someterla a todo tipo de torturas para que renunciara al Partido Comunista, la decapitaron.

Pero Mao no le reconoció su lealtad y ni siquiera asistió a su entierro. Es que para ese entonces ya estaba enamorado de He Zizhen, una hábil francotiradora que, por seguirlo en la Gran Marcha, dio a luz antes de tiempo y tuvo que abandonar al niño en el camino. Años más tarde, el Gran Timonel, cansado de sus reclamos y sus celos, la envió a Moscú donde terminó sus días recluida en un manicomio.

Su siguiente y última conquista, la actriz Jiang Qing, no se dejó opacar por su marido. En 1966 hizo parte de la Banda de los cuatro, un grupo responsable de las persecuciones de la Revolución Cultural. Además de mandar a quemar libros y pinturas antiguas, Jiang teñía las películas de rojo para que parecieran más comunistas. Tras la muerte de Mao, en 1976, pasó una década en prisión antes de suicidarse en 1991.

Culebrón en La Habana

Un "Te quiero, mi cielo" pronunciado al lado del mar en La Habana le bastó a Fidel Castro, el barbudo líder de una recién estrenada revolución, para enamorar a Marita Lorenz, una alemana de 19 años que había viajado a Cuba con su padre. La joven partió a Nueva York días más tarde y Fidel luego envió un avión para que la trajera de regreso. Ella accedió a vivir con él en la Isla: la CIA le había ofrecido 2 millones de dólares por matarlo, pero fue incapaz de cumplir la misión.

Poco después Ava Gardner, la mujer delicada que deslumbró a Hollywood a mediados del siglo XX, también se mudó a Cuba. Allí conoció a Castro y quedó fascinada con su ingenio. Una mañana, Marita se encontró con la vedette norteamericana borracha en el ascensor de un hotel. "¡Así que tú eres la perra que está con Fidel y que lo guarda solo para ella!", dijo Gardner e inmediatamente le dio una cachetada. Ese fue uno de los episodios provocados por este don Juan caribeño, quien estuvo casado con la aristocrática Mirta Díaz-Balart de 1948 a 1955 y tuvo varias amantes. Sin embargo, dicen que la mujer de su vida es la profesora Dalia Soto del Valle, con quien ha tenido una relación de bajo perfil desde 1980, cuando contrajeron matrimonio.

Sumisión total
Sajida Talfah se teñía de rubio para complacer a su esposo Sadam Hussein, quien estaba obsesionado con las mujeres de cabello claro.

El 16 de julio de 1979 las iraquíes descubrieron al hombre que acababa de acceder al poder en su país: un elegante caballero de 42 años apareció en la televisión, entonces en blanco y negro. "Enfrenta a las grandes potencias mundiales con su sonrisa", le escribió una joven para declararle su admiración. Pero Sadam Hussein estaba comprometido: desde hacia 20 años vivía con Sajida Talfah, quien se convirtió prácticamente en la reina de Irak y la madre de sus cinco hijos. Por supuesto, eso no impidió que de vez en cuando invitara al palacio a sus seguidoras, a quienes obligaba a teñirse de rubio. "Desconfía siempre de los hombres, pero no de las mujeres. Si tienes a una como amiga, jamás te traicionará". Tal era su filosofía. En 1986 Sadam decidió tener otra esposa: Samira Shahbandar. Sin embargo, el hombre fuerte de Irak nunca fue fiel. Un día la mujer de un opositor encarcelado le pidió que dejara a su esposo libre. Ella le prometió "entregarse" si perdonaba a su marido. Hussein le respondió: "No necesito permiso para hacerlo. Si tengo ganas de ti, te poseo".

El sátiro coreano

Las excesivas fiestas de Kim Jong-Il, dictador de Corea del Norte desde 1994 hasta su muerte, el año pasado, eran todo un asunto de Estado. Miles de jovencitas fueron reclutadas durante su gobierno en lo que era conocido como 'el séquito del placer'. Ser estudiantes de escuelas de arte y vírgenes, tener 18 años máximo y estar sanas, eran las condiciones para hacer parte de este selecto grupo que divertía con exóticos bailes al dictador y sus amigos. En las largas juergas se repartían todo tipo de afrodisíacos. Una vez Kim Jong-Il mandó poner sobre la mesa un pene de león marino. "¡Coman y luego me cuentan cuántas veces lo hicieron al llegar a la casa!", gritaba. Sus mujeres debían soportar estas repulsivas prácticas. Kim Jong-Il tuvo cuatro esposas, entre ellas, la japonesa Ko Young-hee, madre de su heredero Kim Jong-Un. Cuando ella murió en 2004, el gobierno le dio un título oficial tan pomposo como el régimen: "La respetada Madre que es la más fiel y leal del Querido Líder Camarada Comandante Supremo".

Sábado 17 Marzo 2012 / Tomado de la Revista Semana.

martes, 20 de marzo de 2012

Por qué la guerra en Colombia

CONFLICTO, DROGAS Y PAZ
guerra-o-paz-1 Francisco Leal Buitrago

Las guerras y conflictos armados han sido una constante en nuestra historia. Esto se debe a la dispersión geográfica y a la debilidad del Estado, sumadas a la incompetencia y la manipulación del poder por parte de los gobernantes. Una explicación sencilla pero esclarecedora sobre el problema central de Colombia.




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El éxito de Uribe resultó de aprovechar la reorganización de las Fuerzas Militares para la guerra irregular que Washington le exigió a Pastrana.

Factores estructurales

En Colombia el monopolio del uso de la fuerza por parte del Estado ha sido inexistente. Entre los factores estructurales que ayudan a explicar la recurrencia de las guerras civiles y los conflictos armados a lo largo de nuestra historia republicana hay dos que se destacan: el primero es geográfico y el segundo es político. Estos factores se relacionan entre sí e influyen además sobre las coyunturas que precipitan o sostienen las acciones armadas.
Geografía

En términos relativos, Colombia es el país más regionalizado de América Latina. Su regionalización acentuada, dispersa y con tendencia endógena dificulta la integración social, económica, política y de infraestructura para la formación de la unidad nacional. Hasta hace pocas décadas, contaba con una población pequeña, rural y disgregada en un territorio relativamente ilimitado (1950: 12 millones de habitantes en 1.138.000 Km2.).

Política

La debilidad del Estado se refleja en su poca capacidad para crear confianza en sus instituciones, negociar intereses e institucionalizar la solución de los conflictos. Éstos han tendido a desbordarse en violencias, además de que la política las ha usado como forma de mediación, reproduciéndolas. Desde el Frente Nacional la modernización capitalista expandió el Estado en presupuesto y burocracia, aunque lo fortaleció poco en términos políticos.

Las coyunturas políticas
La incompetencia y la manipulación del poder han frustrado la búsqueda directa o indirecta de la paz, e incluso han exacerbado las violencias. Siete ejemplos en la historia nacional ilustran esta afirmación:

1. En América Latina Colombia se destaca por la ausencia o la debilidad de las reformas sociales democratizadoras. Incluso algunas reformas que fueron intentadas o iniciadas fueron luego abolidas. El problema más importante a este respecto ha sido el de la tierra, que ha estado vigente desde la Colonia. El problema ha resultado del inmenso territorio baldío del país frente a una población campesina obligada a colonizar por acoso de los terratenientes.

A partir de los años sesenta del siglo pasado, con la urbanización acelerada, el problema de tierras se convirtió en multiplicador de las violencias. La tendencia endógena de las regiones perdió fuerza debido al desplazamiento forzado de la población hacia otras zonas.

La incapacidad gubernamental para mantener las escasas reformas sociales en este campo ha sido la constante. La Ley 200 de 1936 tuvo su contrarreforma con la Ley 100 de 1944. Y la Ley 135 de 1961 fue deshecha mediante el llamado ‘Pacto de Chicoral’ en 1973. Falta ver qué ocurrirá ahora con la ‘Ley de víctimas y restitución de tierras’.

2. Después del período de ‘La Violencia’, a mediados del siglo pasado, cuando la confrontación armada bipartidista impulsó una caótica modernización capitalista, se adoptó el régimen del Frente Nacional para lograr la paz. Diseñado para volver a la democracia luego de las dictaduras, este régimen eliminó su componente básico de oposición. Así, el monopolio liberal-conservador estigmatizó la crítica y la disidencia, abriendo espacios para la oposición armada alimentada por la Guerra Fría y por la herencia de ‘La Violencia’.

3. La reforma constitucional de 1968 –cuando el presidente Lleras Restrepo cedió ante el clientelismo para que el Congreso la aprobara– sumada al desencanto con el ‘gobierno de la esperanza’ de López Michelsen (1974-1978) prolongaron el monopolio del bipartidismo hasta la Constitución de 1991. El subproducto fue una lenta agonía de los dos partidos mediante crecientes fraccionamientos clientelistas.
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El esfuerzo del gobierno Barco, a través del ‘esquema gobierno-oposición’, fue insuficiente para romper con el maridaje burocrático inducido por el Frente Nacional.
El esfuerzo del gobierno Barco (1986-1990), a través del ‘esquema gobierno-oposición’, fue insuficiente para romper con el maridaje burocrático inducido por el Frente Nacional. También lo fue la apertura política de la Constitución de 1991, pues las votaciones mayoritarias liberales y conservadoras se prolongaron hasta las elecciones de 2002.

4. Belisario Betancur (1982-1986) inauguró los llamados procesos de paz, tras un amago al final del gobierno de Turbay (1978-1982) con el que buscó limpiar su imagen. Los militares, ofendidos por la conversación del gobierno con sus enemigos, además de ser ignorados por el Presidente en sus decisiones, se encontraron de sopetón con la oportunidad de desquitarse de Betancur y el M-19 al mismo tiempo. El resultado fue la tragedia del palacio de Justicia (1985), cuyas consecuencias siguen gravitando sobre la política nacional.

5. Después vino el narcotráfico. A partir de los primeros pinitos de la marihuana y ante la debilidad de la justicia, en los años ochenta los narcotraficantes aprovecharon las condiciones geográficas y políticas –los dos factores estructurales que mencioné– para expandir sus actividades, mientras la sociedad los miraba con ojos complacientes.
Francisco_Leal_narcotraficoEl narcotráfico se integró pronto a la política regional, aunque no logró la captura del Estado central que buscaba.
El narcotráfico se integró pronto a la política regional, aunque no logró la captura del Estado central que buscaba. Aprovechando el clientelismo y la corrupción que le acompaña, los narcotraficantes se convirtieron en una fuerza electoral hasta amedrentar a las élites nacionales que se vieron obligadas a combatirlos bajo la tutela de Washington con su política prohibicionista y punitiva contra las drogas.

6. Los presidentes Barco (1986-1990) y Gaviria (1990-1994) lograron con sus procesos de paz la desmovilización de algunas guerrillas, como el M-19, el Quintín Lame y la Corriente de Renovación Socialista. Pero Samper (1994-1998) no pudo diseñar su propio proceso debido al escándalo derivado de la financiación de su campaña por el cartel de Cali y las derrotas del Ejército frente a las FARC. Ante su prolongada ineficacia, los militares habían inducido la formación de paramilitares apoyados por el narcotráfico y los latifundistas.

El presidente Pastrana (1998-2002), acosado por los gringos para frenar los avances del narcotráfico y su alianza con guerrillas y paramilitares, ideó el publicitado esperpento del ‘proceso de paz’ del Caguán, cuyos subproductos fueron el desprestigio de búsqueda de la paz por medios diferentes de la guerra y el triunfo del candidato disidente del Partido Liberal, quien ofrecía mano dura frente a las FARC.

7. El éxito de Uribe (2002-2010) resultó de aprovechar la reorganización de las Fuerzas Militares para la guerra irregular que Washington le exigió a Pastrana, con el trasfondo de su obsesiva capacidad caudillista e histriónica bajo la bandera de la seguridad democrática. No obstante, su condescendencia con los paramilitares dejaría profundas huellas.

Ese éxito sirvió para su reelección presidencial inmediata tras torcerle el pescuezo a la Constitución. Pero la Corte Constitucional fue fiel a su doctrina al negar posteriormente una segunda oportunidad.

Los lastres de esos dos gobiernos fueron la reproducción de los paramilitares y una fuerza militar encumbrada en recursos y efectivos, que continua con el gobierno de Santos pese a su tímida pero positiva apertura política.

8. Los posibles desenlaces de la agitada coyuntura política actual serán materia de especulaciones posteriores.

* Sociólogo, Profesor Honorario de las universidades Nacional de Colombia y de Los Andes.
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En América Latina Colombia se destacapor la ausencia o la debilidad de las reformas sociales democratizadoras. Incluso algunas reformas que fueron intentadas o iniciadas fueron luego abolidas.




El problema de la tierra ha estado vigente desde la Colonia. Resultado del inmenso territorio baldío del país frente a una población campesina obligada a colonizar por acoso de los terratenientes.

La incapacidad para mantener las escasas reformas sociales ha sido una constante. La Ley 200 de 1936 tuvo su contrarreforma con la Ley 100 de 1944. Y la Ley 135de 1961 fue deshecha mediante el llamado ‘Pacto de Chicoral’ en 1973. Falta ver qué ocurrirá ahora con la ‘Ley de víctimas y restitución de tierras’.

 































































































































































































Colombia es el país con más desplazados internos en el mundo

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