OPINION LIBRE
POR DIEGO
ROLDAN JARAMILLO
La
paz es inherente al ser humano, pareciera que la guerra también los es. El
miedo es una estrategia del violento, y el culillo es una manera de vivir de
cualquier ser humano. “Los humanos son animales de costumbres con una necesidad
insaciable de reconocer algo en las acciones de los demás. Si somos
predecibles, damos a los demás una sensación de control. Demos la vuelta a la
situación: hay que ser deliberadamente impredecible. Un comportamiento que
parece no tener consistencia ni objetivo mantendrá a la gente desconcertada y
se agotará intentando entender cada movimiento. Llevada al extremo, una
estrategia puede intimidar y aterrorizar. (Del libro las 48 leyes del poder.
Ley 17, pág. 163. Robert Greene).
Nuestra
sociedad vive a dos estilos: miedo y culillo, son dos baluartes muy apetecidos
por la humanidad. Es claro manifestar que estas dos posiciones pueden estar en
cualquier nivel social, y más aún cuando la mayoría son ciudadanos de bien. El
que paga una extorsión, una vacuna, o un secuestro lo que hace es alimentar más
violencia alrededor. No le importa el otro, solo maldice: sálvese quien pueda y
ese problema no es mío, yo cuido lo mío y lo suyo lo cuida usted. Para en
hampón o delincuente la vida no importa, porque definitivamente es un ser
irracional sin valores y mucho menos respeta la vida de los demás. Pero que
decimos del ser racional, aquel que está escondido detrás de las paredes viendo
los acontecimientos, haciéndose el da la vista gorda y criticando por esto y
por aquello, pero jamás es capaz de anteponer sus intereses por los intereses
de los demás, esto lo llamo cobardía y culillo que entre otras cosas son el
deporte nacional por excelencia con más hinchada. Me llama profundamente la
atención como la sociedad convive con los que le hacen daño, se postran a su
dominio y terror, y más aún, gobiernan con ellos. Las cosas que pasan no tienen
doliente, la justicia solo recoge chismes, persigue bobos, y llenan pura
estadística para demostrar su eficacia ante sus jefes burócratas, que es,
finalmente lo que el operador jurídico como funcionario sabe hacer. Colombia
tiene una justicia ridícula, cirquense, amiguista, y vendida, más sumado la
falta de institucionalidad del estado: inoperante. Es que el ciudadano no les
confía su seguridad a estos organismos. Los derechos ciudadanos y políticos se
ven vulnerados cada día por una estrepitosa ignorancia de quien hace la ley, y
de aquel que la ejecuta con sus fallos condenatorios o absolutorios a su
coloquial manera de ver cómo piensa el otro. Si piensa como el operador
jurídico de matiz religioso tiene una absolución y si es ateo tiene una
condenatoria. De nada valió la Constitución del 91, estos especímenes de la
interpretación del derecho se quedaron en la santa inquisición. Conclusión: El miedo y el culillo son los deportes
extremos de mayor acogida en Colombia. Click………………………