miércoles, 29 de diciembre de 2010

A QUE TE COJO RATON: A QUE NO GATO LADRÓN.

OPINION LIBRE120

POR: DIEGO ROLDÁN JARAMILLO

Ya para despedir este año 2010, que se fue como los otros, me parece que siempre han sido iguales, los mismos 365 días, los mismos promeseros, los mismos ladrones, los mismos estafadores, los mismos hipócritas, los mismos cínicos, los mismos aduladores, y para rematar los malos gobernantes. Este jueguito ha sido el mismo de siempre: a que te cojo ratón: a que no gato ladrón.

Este año ha sido fatal para Locombia: los Nule y los Moreno se robaron la plata, la ingeniería Colombiana se llevo el billete de las grandes obras: todas se cayeron.

El alcalde de Yarumal (Antioquia), construye una planta de mieles donde no hay caña de azúcar a 10 kilómetros a la redonda. Mejor dicho que desastre. El invierno los desnudo a todos. Que falta de planeación.

Los medios de comunicación se dedicaron a prenderles velas a los gatos, y los ratones a correr.

La situación de cuatro millones de desplazados es triste: unos por el invierno, otros por la violencia. Y la única fórmula para sacarlos de este desastre es una teletón. El salario mínimo sube un 3%, máximo un 4%, eso sí, por la generosidad del empresario colombiano, con la alianza de los banqueros que se llenan los bolsillos de cuenta del pobre, aguantador y sufrido pueblo colombiano. Este cuento a que te cojo ratón: a que no gato ladrón, se repite una y otra vez, año tras año, esto es deprimente. Si los reyes magos se descuidan les roban hasta los camellos.

El mejor ejemplo es el del pato pelietas de Uribe, sus hijos, y el periodista Daniel Coronell, que nos tienen mamados con esta discusión: a que te cojo ratón: a que no gato ladrón.

Termino con esta historia: el bribón y el bobo


“Cuéntase – que un bribón y un bobo, andando su camino, se encontraron un zurrón que contenía mil dinares. Ambos estaban asociados en un negocio. Ante el hallazgo, acordaron emprender su regreso a sus casas, y ya cerca de la ciudad se sentaron para repartisen el dinero. Dijo entonces el bobo al bribón: “Coge la mitad y dame la otra mitad”,pero el bribón ya había pensarse en adueñarse de todo, y así dijo al bobo: “No lo repartamos, que la compañía y la colaboración son pruebas de lealtad y de afecto entre amigos. Toma, más bien, parte y yo hago otro tanto, y enterremos el resto en sitio seguro, y cuando tengamos necesidad, volveremos y tomaremos lo que necesitemos.

Está bien – dijo el bobo.
Tomaron del dinero una pequeña parte y enterraron la otra en el tronco de un árbol gigante. Poco después volvió el bribón y se llevo el dinero y echo tierra en su lugar.

Meses más tarde. Dijo el bobo al bribón: “Ya estamos necesitando una suma de dinero, vayamos a coger parte del que guardamos”. Se fueron ambos hacia el árbol, y cavaron en el sitio en que estaba depositado el dinero. Pero nada encontraron. El bribón se puso a desgreñarse, a golpearse el pecho y a gritar. “Que nadie confíe en nadie ni tenga fe en el hermano ni en el amigo. Has venido a hurtadillas y sustraído el dinero”. El bobo negaba y maldecía. Pero el bribón adoptaba, frente, a él, una actitud cada vez más dura, y le decía: ¿Quién fuera de ti, pudo haberse llevado el dinero? ¿Acaso alguien fuera de los dos conocía el escondite?”.

Luego el bribón hizo comparecer al bobo ante el juez y le narró la historia y le sostuvo que fue el bobo quien se llevó el dinero. Dijo el juez, ¿Tienes alguna prueba?. Dijo el bribón: el árbol en cuyo tronco depositamos el dinero da su testimonio.

La afirmación de que el árbol podía dar testimonio causó asombro al juez, si bien no la creyó. Pidió al bribón constituir una fianza y ordeno al fiador conducirlo ante él al siguiente día para que presentara el testimonio del árbol conforme alegara.
Se fue el bribón a su casa y narró su historia a su padre, y le dijo: “Padre, no he ofrecido el testimonio del árbol por lo que de él espero, sino porque cuento contigo. Si colaboras conmigo, nuestro será el dinero y otro tanto ganaremos del bobo por indemnización”.

¿Y qué quieres que haga?” pregunto el padre.
Dijo el bribón: “el dinero lo llevamos a un árbol gigante que tiene una cavidad a la cual se llega por una entrada invisible, y lo enterramos en el tronco. Después me fui solo y lo sustraje. Ahora he puesto una falsa denuncia contra el bobo a quien acuso ser el que lo sustrajo.

Quiero que vayas esta noche y te internes en la cavidad del árbol, y si va el juez y pide al árbol su testimonio, contestaras desde adentro: “el bobo se llevó el dinero. Dijo el padre: “en ocasiones la astucia conduce al astuto a su propia desgracia, cuídate, por lo tanto, de ser víctima del engaño. Páginas 92-93 Calila y Dimma. El libro del soberano y del político. Antonio chalita Sfair.

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