LOS INCAPACES.

Si vemos a la política y en particular a "los gobernantes incapaces", que nos toca mantener, alimentar y casi siempre maldecir, ¿qué se nos ocurre pensar? Pienso que: ¡La gestión pública del incapaz es deprimente, angustiante y tal vez desesperante! ¡Cuántas injusticias! ¡Cuántos abusos! Y sobre todo: ¡Cuánta impotencia!
Pero hoy, como ayer, la voz de los cristianos se levanta para decir que ¡Dios está! Que a pesar de los sufrimientos, él está cerca de aquellos que le son fieles y confían en él, (eso si no el Dios de la administración y sus parlanchines: que se sabe que están ahí, pero no se ven), y sobre todo que "la esperanza" es una virtud cristiana y que los cristianos la debemos vivir y practicar siempre.
Esos los de turno, critican, siembran odios, mienten, etc., señor te pedimos por la incapacidad de esta dirigencia… ¿Pedimos por una clase dirigente que actúe en justicia y verdad para el bien común? Se necesita un gobernante cerca del pueblo, que atienda al pueblo, necesitamos urgente uno que tenga gestión, que tenga compromiso, que no acosen las mujeres sexualmente, que se les respete por lo que son y no se abuse de ellas por darles un trabajo, y que no crean que porque tienen el poder pueden estar acosando las personas.
Frente a tanta incapacidad ¿qué podemos hacer? ¿Cómo vencer tanta apertura a la bobada, tanto secretario incapaz, sin competencia, no solo en política sino en general? Y sin embargo todo es posible, ¿y cómo? Rezando y pidiendo humildemente, porque Dios no es sordo a los gemidos de quienes humildemente le invocan.
Hay otro aspecto que se debería considerar de estos incapaces: ¿qué han aprendido los jóvenes de estas conductas y palabras? Sólo gozar de la vida, no ser estúpidos (o mejor: no dar mucha importancia a los valores morales) ¡Tener plata, poder, mujeres, y entonces, ¿no será que se están castigando solos? ¡En gran medida es así! Si no sembramos moralidad en nuestros jóvenes, tendremos que padecer las consecuencias del vacío moral que se ha creado. En estos días santos, y próximos a la Semana Santa, reflexionemos, oremos y convirtámonos en verdaderos cristianos, porque solamente teniendo a Dios, a Jesús, en nuestros corazones, haremos el Yarumal que todos queremos.
Ñapa: ¿cuánto valio el paseo de los Concejales a San Andrés Islas? R/ ($30 Millones de pesos). Sean coherentes, con lo que dicen y hacen. Cuando trabajen mucho por la comunidad y consigan muchos recursos, tal vez así paseen, pero paseando sin haber hecho nada, eso es el colmo del descaro, y los que no fueron tampoco reprocharon esta actitud; siempre como “Judas”, se lavaron las manos…diciendo “YO NO FUI”…

AFILANDO EL MACHETE II

Si analizamos la gestión y discurso de los políticos bocones descubriremos que detrás de ellos no hay más que ignorancia y simpleza, aunque envueltas en palabras hermosas, como frases de un culebrón. ¡Qué bien la definición de Bobos Solemnes!

Los discursos de esas campañas se comparaban con los de Cantinflas por su verborrea inextricable. (Puras mentiras). Algún vez dije los políticos promeseros son como los gallinazos que cuando ven una tripa pelean por ella, y por la noche se van a dormir al mismo palo.

El ser humano es un consumidor de mentiras, de espejismos, de promesas falsas, de ilusiones etéreas. El pueblo incauto sigue creyendo, con la Fe ciega de la especie, en las promesas imposibles de cumplir. Los votantes reniegan de las promesas de los políticos pero, cada elección, con increíble inocencia, renuevan su credulidad. La demanda por mentiras crea su propia oferta de estafadores y culebreros.
“El hombre planea y Dios se ríe”, dice un proverbio judío. Planear, al fin de cuentas, es fácil. Lo difícil es ejecutar los planes. Cuando planeamos somos racionales, sopesamos sabiamente los costos presentes y los beneficios futuros. Pero cuando ejecutamos lo planeado, somos impacientes, impulsivos, gastamos, comemos o bebemos más de la cuenta. Y para tranquilizar nuestra conciencia, mentimos nuevamente, volvemos a hacer propósitos irrealizables. “El hombre ejecuta y el diablo disfruta”. El ejecutor no solo contradice al planeador; también lo utiliza convenientemente para paliar sus desvaríos. Los planes, sobra decirlo, son poco más que mecanismos de defensa.