viernes, 8 de julio de 2011

Manual para identificar a la extrema derecha


Por León Valencia

Venden la idea de que los pobres son perezosos y los campesinos, ineficientes, y tachan las propuestas de restitución o distribución de la propiedad de argucias para promover la lucha de clases.


Como en los últimos días el presidente Santos, el diario El Tiempo y algunos columnistas hablan de la extrema derecha colombiana y de su propensión a la ilegalidad y a la violencia, sin mencionar a grupos sociales o políticos concretos o a personas de carne y hueso -incluso varios comentaristas han dicho que son fuerzas oscuras, inasibles, indefinibles-, quiero entregarles a los lectores un manual para identificar a estos sectores de la sociedad colombiana y para ponerles rostro a sus líderes.

Debo confesar que no ha sido mayor el esfuerzo para compilar estas señales de identidad de la extrema derecha. En la historia reciente del país abundan las ideas, las actitudes y los hechos que permiten saber quién se ubica en esa perturbadora corriente política. Estoy seguro, además, de que quienes lean esta columna podrán agregarle nuevas indicaciones a esta lista corta y desordenada.

Empecemos por aclarar que no es en las Fuerzas Armadas donde se encuentra el núcleo duro de la extrema derecha. Esta idea, muy difundida en la izquierda, ha sido desmentida por la realidad. En los últimos veinte años, una multitud de políticos, empresarios, líderes de opinión, han puesto la cara para defender un delirante proyecto de derecha y han encontrado un importante respaldo en la sociedad. Los militantes civiles han resultado mil veces más implacables que los vilipendiados militares.

Se sienten más cómodos en la guerra que en la paz. Defienden la salida militar como la única alternativa y califican las iniciativas de reconciliación como ejercicios de apaciguamiento que solo sirven para envalentonar a la guerrilla. Lograron que el país concentrara su atención en la llamada amenaza terrorista y se desentendiera de otros problemas igual o más graves que el desafío insurgente. En las coyunturas de negociación se las ingenian para desatar acciones de terror o darles resonancia a las agresiones guerrilleras con el fin de crear un ambiente adverso a los acuerdos de paz.

Han hecho la más eficaz combinación de todas las formas de lucha. Mientras la guerrilla mediante esta estrategia logró una influencia marginal en el Parlamento o en lejanas alcaldías y gobernaciones, estas fuerzas se apoderaron mediante la coacción y la muerte de una tercera parte del poder local y regional y obtuvieron una influencia decisiva en el Congreso y en el Ejecutivo Central. Fue la respuesta que le dieron a los avances democráticos de la Constitución del 91. Amparados en la teoría de la ausencia de Estado y con el pretexto de defender a la población de la agresión de las Farc y del ELN han fomentado la creación de poderosas organizaciones de justicia privada.

Aprovechan una y otra vez los ciclos de violencia para amasar grandes fortunas y tienen una extraña obsesión por la tierra. De la confrontación de los años cincuenta entre liberales y conservadores salieron con parte de las mejores tierras cafeteras y ganaderas. Han utilizado la tortuosa guerra que vive el país desde principios de los años ochenta para entrar a saco en los recursos del Estado y para apropiarse y legalizar las rentas provenientes del narcotráfico, despojar de las tierras a millones de campesinos y meterles la mano al petróleo y a la minería. Al tiempo venden la idea de que los pobres son perezosos y los campesinos, ineficientes, y tachan las propuestas de restitución o distribución de la propiedad de argucias para promover la lucha de clases. Los que difunden aquí y allá que las organizaciones de derechos humanos son aliadas de la guerrilla, la justicia obedece a oscuros designios del terrorismo y los organismos internacionales que critican la vulneración de derechos esenciales de la población son simples portavoces de la subversión y aviesos responsables de la mala imagen de nuestro país en el exterior.

Los que promovieron la campaña de exterminio de la Unión Patriótica y los magnicidios de Galán, Pizarro, Gómez Hurtado y Bernardo Jaramillo y han estigmatizado el ejercicio de la oposición y la disidencia política. Los que no le perdonan al periodismo la crítica y la independencia.


OPINIÓN / Tomado de la Revista Seman /Sábado 25 Junio 2011

jueves, 7 de julio de 2011

ACERCA DE LOS QUE AMAN MANIPULAR ENCUESTAS


Campaña Firmes por Medellín

El Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Antioquia realizó una encuesta de favorabilidad entre los candidatos a la Alcaldía de Medellín con los siguientes resultados:

Luis Pérez 37.7% Aníbal Gaviria 28.4% Omar Florez 13.4% F. Gutiérrez 7% Jacqueline Tolosa 1.2%

El Rector(e) Martiniano Jaimes, de acuerdo con el Rector Titular, emitió la orden de prohibir la publicación de la encuesta, y de paso, mintió al asegurar que la encuesta ni siquiera existe. La campaña a la Alcaldía FIRMES por Medellín, tiene todas las pruebas para comprobar que el Rector de la Universidad de Antioquia miente; atropella los principios más caros de la democracia y acepta presiones de politiquería.

El viernes 1 de julio la Dirección del CEO entregó una copia impresa y privada de los resultados de la encuesta, al Rector(e) de la Universidad. Al otro día, El Rector(e) le manifestó a los directivos del CEO que cuando Aníbal Gaviria se enteró de que perdía la encuesta, habló con el Rector por más de 40 minutos y que Aníbal trató al Rector muy duro y le exigió esconder la encuesta. Y que por eso, El Rector le ordenó al CEO esconder la encuesta.

Luis Pérez llamó al Rector de la UdeA y éste reconoció que la encuesta si existe pero que por autonomía de la universidad no se publicará. Pero en el Noticiero CMI, el rector miente y dice que la encuesta no existe. La encuesta se encuentra en los archivos digitales del CEO y allá están los técnicos que la realizaron.

Hay que recordar, que los directivos de la Universidad son del grupo político de Aníbal Gaviria.

Es una vergüenza para la democracia y lamentable para la UdeA que su Rector se preste para esconder información pública, que haga politiquería tratando de favorecer apetencias indebidas del candidato de su directorio político, y peor aún, mintiendo a la opinión pública para perturbar la democracia y la libertad ciudadana de elegir y ser elegido. Y es censurable, que Aníbal Gaviria trate duro a un Rector Universitario para obligarlo a que esconda información, desoriente la opinión, afectando los principios nobles de la autonomía universitaria.

Los que aman manipular encuestas llevan un miedo profundo en su corazón, envían mensajes invisibles que son peores perdedores. fUERON COGIDOS CON LAS MANOS EN LA MASA A QUIENES LE GUSTA MANIPULAR CON LAS ENCUESTAS.



Gerencia de Comunicaciones

miércoles, 6 de julio de 2011

Democracia de mayorías o respeto por las leyes

ECONOMIA Y SOCIEDAD / RAZON PUBLICA
Domingo, 03 de Julio de 2011 22:04

Jorge Andrés Hernández*

La avalancha de críticas a los fallos recientes de los jueces por razones políticas y sin haber leído siquiera las sentencias es una prueba de la debilidad de la cultura democrática y del apoyo de muchos columnistas al mayoritarismo autoritario. Texto sereno que sin embargo alarma sobre un asunto vital para Colombia.
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Opinión calificada, debate racional

Todo ciudadano puede opinar libremente de los asuntos de la polis, esto es, de los asuntos políticos, y su opinión es socialmente relevante. Esa naturaleza esencialmente pública de los asuntos políticos hace más difícil diferenciar entre la opinión política de un ciudadano y el análisis fundado de un académico, cuyo oficio es el estudio de los asuntos políticos, sobre la base de aplicar ciertos métodos y teorías específicos.

De este modo, lo que opinan los ciudadanos no iniciados sobre temas políticos tiene relevancia social considerable, hasta el punto de que son ellos quienes deciden las elecciones, los cambios de gobierno y el rumbo general de la política.

Otra cosa sucede en debates sobre asuntos donde los conocimientos técnicos avanzados son imprescindibles para aportar argumentos racionales. Si discutimos de política económica, aceptamos usualmente que los economistas formados tengan una voz privilegiada. De modo similar, si hablamos de enfermedades cerebrales escuchamos exclusivamente a los neurólogos, si tenemos un problema de cimientos en el edificio nos dejamos aconsejar por los ingenieros. Pero descartamos la opinión del lego, porque carece de conocimientos específicos sobre el tema.

El Diccionario de la Real Academia define, en este sentido, la acepción de lego como “falto de letras o noticias”. ¿Qué sucede con las sentencias judiciales? ¿Sucede, como en política, que todo ciudadano tiene voz y voto y puede opinar sobre ellas? Por ende, ¿son relevantes las opiniones de los legos? ¿O, hablando de sentencias judiciales, se trata de asuntos meramente técnico-procesales que competen solamente a los expertos, esto es, a los juristas? ¿Y qué pasa si se trata de asuntos técnicos con enormes repercusiones sociales?

Ataques a los Jueces

En las últimas semanas hemos asistido a un ataque sistemático contra sentencias judiciales proferidas por las altas cortes y por diversos jueces a través de los medios de comunicación, que se han convertido en diatribas contra el poder judicial y su peculiar función en una democracia constitucional.

Me referiré, en especial, a la sentencia de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia que profirió fallo inhibitorio y se abstuvo de iniciar investigación penal en contra del ex-congresista Wilson Borja y al fallo absolutorio de un juez especializado a favor del profesor Miguel Ángel Beltrán.

En ambos casos se trata de figuras públicas de izquierda, procesadas judicialmente por una presunta vinculación con las FARC, donde el recaudo probatorio se basaba esencialmente en información consignada en los discos duros de los computadores incautados a un comandante de dicha organización guerrillera, alias Raúl Reyes.

Las críticas contra los fallos provienen en general de legos, esto es, de ciudadanos “faltos de letras o noticias”. En efecto, la mayoría de los comentaristas, o bien carecen de conocimientos jurídicos, o bien los poseen (sobre el papel), pero se abstienen de aplicarlos cuando omiten la lectura de las sentencias mismas y de información relevante para los asuntos que comentan en la gran prensa:

•Mario López escribe en un artículo intitulado Gobierno de los jueces que la sentencia sobre el caso Borja pone en evidencia “la politización de la justicia” y denomina este fenómeno como “la dictadura de los jueces” [1].
•De modo similar, Jaime Jaramillo Panesso se refiere al “siglo de los jueces” y concluye que “el poder judicial (...) ha decidido en Colombia estar por encima de cualquiera otra expresión orgánica de la Constitución Nacional (sic)”[2].
•Jorge Giraldo, en un artículo intitulado Las Cortes contra nosotros, concluye que “las decisiones de las altas cortes son antidemocráticas por una simple razón: porque perjudican al pueblo, a todos los ciudadanos”[3].
•Alfonso Monsalve plantea que “si bien la guerrilla pierde la guerra militar, hoy esta situación puede variar, pues estaría ganando la guerra política y jurídica”[4].
•Mauricio Vargas titula su columna: La batalla jurídica[5].
•Salud Hernández Mora denomina a la Corte como “Los intocables” y plantea que “gracias a la Corte (...), en Caracas y en las guaridas de ‘Cano’ y sus muchachos, están aplaudiendo.”
•María Isabel Rueda señala que “¡se pasó la Corte!”[6]
•El Mundo del 6 de junio escribe en su editorial sobre “La libertad de un terrorista”, a propósito del profesor Miguel Ángel Beltrán.
•Fernando Londoño Hoyos titula su columna: De rodillas ante el terrorismo[7].
•José Obdulio Gaviria escribe: “"¡Sí! Ya comprendimos que la Corte hace a Colombia un daño político equivalente al que Chávez, desde el Ejecutivo, le hace a Venezuela"[8].
•Finalmente, Jorge Enrique Pava titula su columna: Las temibles coincidencias entre FARC y CSJ[9].
Proyección y transferencia

Lo primero que sorprende es la ausencia de análisis jurídicos para contradecir los argumentos de los jueces. El tono general de las críticas parece propio del lenguaje político, de la opinión política, pero no de la ciencia política.

Paradójicamente, se plantea de modo reiterado en las críticas que los fallos mencionados son políticos, no jurídicos. Sin embargo, los textos de los críticos sugieren (involuntariamente) que sus autores no han leído los fallos, o los leen parcialmente y sólo examinan sus consecuencias políticas.

En una sociedad democrática, los fallos y sentencias judiciales bien pueden ser cuestionados por ser inconvenientes, pero ya nos empezamos a alejar del debate estrictamente jurídico, para ingresar en el terreno de la crítica o de la propaganda política.

Quien lea los fallos citados (o los comunicados que anuncian los mismos) entiende que las sentencias, cuestionables o no, tienen una base jurídica impecable y que en ningún momento coquetean con opiniones políticas.

Los críticos, sin excepción, no discuten la argumentación jurídica de la sentencia. Con ello invalidan implícitamente su propia perspectiva crítica: al permanecer en el plano de la discusión política, ponen en evidencia que sus argumentos son políticos y no jurídicos.

Esto se denomina proyección en el psicoanálisis freudiano: un mecanismo de defensa que opera en situaciones de conflicto (emocional) o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios, que resultan inaceptables para el sujeto.

En este caso: acuso de politización a otros (jueces y cortes), porque no quiero aceptar que esa es exactamente mi condición. Más allá de este mecanismo psicoanalítico de transferencia, los críticos de la sentencia están diciendo en el fondo: un fallo es jurídico cuando satisface mi perspectiva política, pero un fallo es político cuando es contrario a mi ideología y beneficia a mis enemigos políticos (de izquierda). Todo esto resulta insostenible desde un punto de vista lógico.

Sí se violó el derecho internacional

Los críticos de las sentencias judiciales reviven el viejo debate a favor de la raison d’etat, en desmedro del orden jurídico y de los derechos fundamentales. Es un principio universal de los Estados constitucionales y democráticos: la prohibición de admitir pruebas recogidas ilegalmente, para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Algunos críticos sostienen marginalmente que en medio de la operación militar se observó respeto a la legalidad internacional, como lo afirma también el Procurador General de la Nación. Sin embargo, tal como ha señalado el profesor Eduardo Pastrana Buelvas, en la única crítica conocida que cuestiona el fallo de la CSJ –la Corte cuestiona la legalidad de las pruebas, pero insinúa la legalidad de la operación militar– con argumentos jurídicos de peso: la operación militar en suelo ecuatoriano violó las Cartas de la ONU y de la OEA. [10]

El argumento de la defensa preventiva, en concordancia con la Doctrina Bush, es violatorio del derecho internacional porque no existía autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y la OEA condenó el ataque.

El diferendo entre Colombia y Ecuador concluyó con la Declaración Final de la Cumbre de Santo Domingo, el 7 de marzo de 2008. El punto 3 de la misma reza: “3. Tomamos nota, con satisfacción, de las plenas disculpas que el presidente Álvaro Uribe ofreció al gobierno y al pueblo de Ecuador por la violación del territorio y la soberanía de esta hermana Nación, el 1 de marzo de 2008, por parte de la Fuerza Pública de Colombia (énfasis añadido).”

Las pruebas recogidas a partir de la acción militar, en síntesis, no tienen validez en el derecho nacional ni en el derecho internacional. Lo demás es un debate político.

Jueces y democracia, debate de fondo

Es un asunto polémico y el debate sigue vigente hasta hoy: la idea de que jueces y tribunales especializados, no elegidos por votación popular, tengan la función de la defensa judicial de la constitución y sus decisiones puedan invalidar los actos de los otros poderes del Estado, elegidos por votación popular, de manera definitiva e inapelable.

En general, ha habido un debate sobre la legitimidad que descansa en el enorme poder de la función judicial, que decide con una última palabra en los diversos litigios jurídicos. El debate comenzó con la histórica decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, Marbury vs Madison (1803), y fue objeto de formalización teórica de manera ejemplar en el célebre debate entre los dos juristas europeos más importantes del siglo XX, Carl Schmitt y Hans Kelsen.

En la teoría política y jurídica contemporánea siguen existiendo dos posturas bien diferenciadas: de un lado, los que defienden la revisión judicial como una forma de defender el estado constitucional y los derechos fundamentales ante los peligros de una eventual tiranía de las mayorías y, de otro, los que atacan el excesivo poder judicial, porque configuraría un ente estatal antidemocrático al invalidar actos decididos por los representantes de las mayorías populares.

Más allá del debate teórico académico, la realidad es que las democracias constitucionales de Norteamérica y Europa establecen, en mayor o menor medida, una defensa de la primera opción. Y el argumento sigue siendo, como ya lo habían planteado los padres del constitucionalismo norteamericano, que la democracia no es sólo un asunto procedimental, de mayorías electorales, sino también un asunto sustantivo: la democracia está fundada en la defensa de ciertos derechos constitucionales que aseguran la posibilidad de la alternancia en el poder, y que diferencian así al Estado constitucional de un Estado autoritario.

Contra el cesarismo político

El debate anterior se ha desarrollado en Europa y Norteamérica en los marcos de la teoría democrática, que tiene muy diversos matices y contornos. Pero la crítica que se percibe en los medios de comunicación colombianos contra jueces y cortes parece abandonar la teoría democrática y abrazar lascivamente el autoritarismo.

Los críticos criollos sugieren que la defensa de la democracia es la defensa de las mayorías electorales. Ningun teórico serio de la democracia y del Estado constitucional sostendría algo semejante: ni Dahl, ni Sartori, ni Bobbio, ni Habermas, para sólo citar a los más eminentes.

El ejemplo clásico para ilustrar los contornos de este debate sigue siendo Alemania en 1933: el Partido Nacionalsocialista Alemán vence en las elecciones y alcanza la cancillería con Adolf Hitler. En mayo, el incendio del Reichstag es instrumentalizado para declarar el estado de excepción y en los meses siguientes se elimina toda oposición política y social al régimen. Con la ayuda de las mayorías electorales, la democracia constitucional en Alemania llega a su fin.

La gran pregunta, en este contexto, sería: ¿deberían los jueces, para salvar la democracia, defender los intereses de las mayorías electorales nacionasocialistas? ¿O deben los jueces, para proteger la democracia, defender la constitución contra las mayorías electorales?

El caso de Alemania es un ejemplo paradigmático de por qué la democracia constitucional es un régimen que debe proteger los derechos fundamentales y de cómo las mayorías electorales pueden, lideradas por un caudillo cesarista, aniquilar la democracia en nombre del pueblo.

Nuevo rol de los jueces

Los críticos colombianos a cortes y tribunales abrazan así la causa del cesarismo político, esto es, la idea de que las elecciones populares confieren un poder ilimitado al gobernante y que es necesario restringir (o eliminar) a los jueces o tribunales, como instancias de control y de defensa de la constitución.

Tenemos una honda tradición de cesarismo político en Colombia. Hasta 1991, los jueces y la Corte Suprema de Justicia se abstuvieron, con notables excepciones, de ejercer su función de control al poder ejecutivo. De este modo se explica el Estado de Sitio permanente que gobernó a Colombia durante décadas, donde no existió ni garantía de los derechos fundamentales ni división de poderes del Estado, pilares del Estado constitucional.

La expedición de la Carta de 1991 produjo una ruptura histórica con efectos visibles: un poder judicial que ha limitado las facultades excepcionales del ejecutivo como nunca antes en la historia colombiana, que ha perseguido de manera inédita la ilegalidad y la corrupción que se han apoderado del Congreso y de la Presidencia de la República y que ha resuelto casos trágicos de magnicidios o crímenes de enorme repercusión social que antes estaban predestinados a la impunidad.

Existen muchas evidencias de que tenemos el poder judicial más independiente de la historia colombiana, con todos los bemoles que puedan plantearse (justamente): nuestra justicia sigue siendo ineficaz en muchos ámbitos, la impunidad sigue siendo la norma, los poderes ilegales han permeado el aparato judicial, como ocurre en todo el conjunto del Estado.

Falta coherencia moral

En la filosofía moral universalista existe un principio esencial: si una acción es correcta (o incorrecta) para otros, es correcta (o incorrecta) para nosotros. Se trata de un principio de coherencia moral básico. Aquellos que no alcanzan un nivel moral mínimo para aplicar a sí mismos los estándares que aplican a otros, no pueden ser tomados en serio cuando hablan de acciones morales correctas o incorrectas, o cuando hablan del bien o del mal.

Aplicado al mundo práctico, esto significa que quienes condenan abusos de los derechos humanos en otros países, ataques a las cortes y tribunales de justicia, así como hostigamientos a la oposición política y cultural, deberían –si quieren ser consecuentes éticamente– condenar esos mismos actos, si ocurren en los territorios de esta República.

De lo contrario, caemos en un relativismo moral insostenible, como practican los críticos de las cortes y los jueces colombianos, quienes dicen implícitamente: nuestros excesos y ataques a las cortes, los abusos a los derechos humanos, los hostigamientos a la oposición política son defendibles; las mismas acciones, si vienen de nuestros enemigos (internos o externos), son condenables.

Viudos del poder

En efecto, quienes critican hoy con tufillo cesarista al poder judicial son los mismos que cuestionan las acciones referidas cuando ocurren en los países gobernados por la izquierda y callaron cuando similares acciones (o peores) fueron desarrolladas en Colombia.

Los críticos de las Cortes y de los jueces pueden opinar, como cualquier ciudadano lego, sobre las inconveniencias políticas que surgen de las sentencias judiciales recientes. Pero su crítica es eso y nada más: una crítica movida por su ideología política, que pretende ser democrática.

Todos los grandes autoritarismos del siglo XX dijeron defender la democracia: el fascismo, el nacionalsocialismo, el estalinismo. En Colombia, todos los poderes fácticos ilegales han expresado algo similar: el autor de los comunicados de los Extraditables decía que defendía el “Estado de Derecho”, las guerrillas campesinas dicen luchar por “la verdadera democracia”, los grupos paraestatales justifican sus crímenes en nombre de la defensa del “Estado democrático de Derecho”, un coronel dijo “defender la democracia” frente al horno crematorio donde perecía la justicia colombiana.

Pero ninguno de ellos defendió ni con sus palabras ni con sus acciones al Estado y a la democracia constitucional, que se basa esencialmente en un principio: la defensa de la dignidad humana, concretada en los derechos fundamentales y en la división de poderes del Estado.

Esto es lo que hacen muchos jueces de esta República, pero ello les depara enemigos políticos, nostálgicos de otro orden político.

* Profesor Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Universidad de Antioquia. Correo: andriushernandez@hotmail.

[1] El Tiempo, 19 de junio.

[2] El Mundo, 19 de junio.

[3] El Colombiano, 13 de junio.

[4] El Mundo, 19 de junio.

[5] El Tiempo, junio 5.

[6] El Tiempo, 29 de mayo.

[7] El Tiempo, 1 de junio.

[8] El Tiempo, 7 de junio.

[9] La Patria, 10 de junio.

[10] “La Corte y el Procurador se equivocan: la Operación Fénix fue ilegal”, www.semana.com, 30 de mayo y 17 de junio.

martes, 5 de julio de 2011

Sólo 19 de 80 universidades cumplen los requisitos de calidad que propone la reforma a la Ley 30



EDUCACIÓN

Si la reforma a la educación superior se aprobara hoy, solo una cuarta parte se ajustaría a las exigencia de calidad que contempla la propuesta. ¿En qué va el proyecto de ley?

Según el Ministerio de Educación, de las 32 universidades públicas y 48 privadas que existen en el país, sólo 19 cumplirían los cinco requisitos que hacen parte de la propuesta de reforma a la Ley 30 de educación superior, uno de los proyectos más importantes que estudiará el Congreso de la República en la próxima legislatura.

La propuesta se convirtió en tema de debate entre rectores y Gobierno y en la causa de fuertes protestas protagonizadas por los estudiantes. Si el proyecto se aprobara hoy, las 61 universidades que no cumplen con los cinco requisitos tendrían hasta ocho años de plazo -y no cinco como lo planteaba el proyecto inicial- para demostrar que cumplen los requisitos para seguir con este carácter.

Ampliar este plazo ha sido uno de los cambios que ha tenido el proyecto de ley producto de los aportes que se recibieron en los espacios abiertos para su debate desde hace tres meses cuando el presidente Juan Manuel Santos lo oficializó. En este tiempo se realizaron 17 foros de discusión en las regiones, se habilitaron espacios virtuales que han recibido 140.000 visitas, 1.000 inscripciones y más de 300 propuestas concretas.

Si bien la norma se ha transformado con respecto al proyecto inicial, no ha tenido cambios radicales. De hecho, los puntos más polémicos de la propuesta, como la inyección y la inversión de más capital privado al sector, la creación de instituciones con ánimo de lucro y de un sistema de inspección y vigilancia más robusto y con dientes se mantienen.

Esta semana los rectores de universidades adscritas a la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN) le entregarán a la ministra de Educación, María Fernanda Campo, el documento con sus aportes y su visión sobre lo que debería ser la reforma a la educación superior.

Algunos cambios al proyecto de ley

- Límites a instituciones de educación superior con ánimo de lucro

La creación de instituciones de educación superior con ánimo de lucro genera inquietudes en los sectores público y privado. El Gobierno no cede en esta propuesta, aunque, producto de los debates, se fijan nuevas condiciones para evitar que esta figura, inspirada en la experiencia de Brasil para aumentar cobertura no se salga de control.

En el proyecto, las instituciones con ánimo de lucro no tendrán permiso indefinido para funcionar; por el contrario, deberán renovar su autorización cada cinco años, permiso que estará condicionado al cumplimiento de estándares de calidad que exigirá el ministerio. Esta exigencia también fue incluida para las nuevas instituciones, aunque no tengan ánimo de lucro.

Y por tratarse de entidades privadas, también serán vigiladas por la Superintendencia Financiera. En este sentido, para evitar posiciones dominantes, cada nueva institución no podrá tener más del 10 por ciento de matrícula nacional, se deberá convertir en garante de los créditos educativos que adquieran sus estudiantes (para evitar la deserción) y contar con los recursos suficientes para garantizarle el estudio a la primera cohorte y evitar los cierres de la institución en poco tiempo.

Parte de la renta gravable de las entidades con ánimo de lucro, según las propuestas acogidas, será destinada a un fondo de garantías para otorgar créditos educativos y fortalecer las instituciones públicas.

- Inspección y vigilancia “menos policiva”

Los rectores consideran que el sistema de inspección y vigilancia que propone el Gobierno es “policivo” y lesiona su autonomía universitaria. Basado en las funciones que tiene una superintendencia, el ministerio buscaba la posibilidad de tomar posesión de las instituciones en caso de ser necesario (como ocurre con las EPS, un ejemplo de ellos es el caso Saludcoop) e imponer medidas cautelares antes de que se cometieran irregularidades en la institución.

“Las propuestas no gustaron y fueron retiradas del proyecto. Sin embargo, el capítulo de inspección y vigilancia sigue y se fortalece, porque lo que tenemos en la Ley 30 no nos da las herramientas ni los dientes suficientes para tomar las medidas y las precauciones que consideramos deben tomarse”, explica el viceministro de Educación Superior, Javier Botero.

De aprobarse tal como se propone, el ministerio contaría con las normas para tomar medidas correctivas de las irregularidades en cualquier momento del proceso de la investigación contra una institución. Hoy solo es posible hacerse cuando ésta llega a su fin. Esta inspección también se hará sobre el manejo de los recursos, de manera más rigurosa.

- Oferta de doctorados: sólo para las acreditadas

La nueva ley deja solo dos tipos de instituciones (en la actualidad son cuatro): las universidades y las instituciones de educación superior (en total 286). El sector académico y rectores, en especial de las universidades públicas, no ven con buenos ojos que se permita que cualquier institución ofrezca programas de doctorado.

Entre los cambios, que igual seguirán siendo tema de debate, se acordó que éstos solo sean ofrecidos por universidades y por instituciones de educación superior que tengan la acreditación institucional, un proceso exigente y que es de carácter voluntario.

- Se reviven los consejos académicos

Entre las modificaciones, se reviven los consejos académicos de las instituciones, que fueron eliminados en la propuesta original del Gobierno. Con la discusión en las regiones, esta figura se incluyó en el articulado y sin duda, será otro tema de debate en el Congreso.

*Tomado de la Revista Semana. Miércoles 22 Junio 2011

lunes, 4 de julio de 2011


Muchas presiones


Desde que llegó una primera avanzada de la Contraloría General de la República a Medellín, cuando se inició el control preferente solicitado por el senador Eugenio Prieto Soto, se notó la actitud hostil en la Contraloría de Antioquia. Pero desde entonces no faltaron las presiones. Juan Paz tiene detalles de la forma como algunos políticos intentaron interceder ante la contralora Sandra Morelli. Aunque la funcionaria no ha querido referirse nunca a este tema, Juan Paz supo de una delegación política que se atrevió a tocar la puerta de ese despacho. Pero no le fue bien en su gestión.

Fuertes razones

Pero hay más detalles. La semana pasada cuando se conoció el auto de la Contraloría, llamando a Juicio de Responsabilidad Fiscal al gobernador Ramos llovieron truenos y centellas, especialmente porque el mandatario se había sentido notificado por la prensa... -Pero la explicación fue más contundente que las iras del poder regional. La Contralora Sandra Morelli cerró la investigación y decidió llamar a juicio al gobernador Ramos porque tiene argumentos suficientes para demostrar que en esos 5 contratos investigados hasta ahora hay comprobado pleno detrimento patrimonial. El sábado de la semana pasada Juan Paz estuvo en horas del mediodía en el Hotel Intercontinental y observó a varios magistrados rondando a la contralora...

Las respuestas

Juan Paz averiguó con un alto funcionario de la Gobernación, una persona que no ha estado de acuerdo con todo lo que está pasando. El mismo que un día soltó esta frase: - “Allá han abusado de la confianza del Gobernador y han hecho hasta para vender”. Esa misma persona le comentó a Juan Paz que a los magistrados les fue mal con la contralora Morelli, pues ella defendió su decisión con los argumentos jurídicos y técnicos de la investigación. Y dizque les dijo: - “El tendrá la oportunidad de defenderse y sabrá cómo hacerlo”. El hombre de la Gobernación le contó a Juan Paz que los magistrados se sintieron apenados y finalmente le ofrecieron disculpas a la contralora. ¿Quién mandaría a esos magistrados? Se fueron por lana y...

De Antioquia al Gobierno


Hay muchas molestias en Antioquia con el presidente Santos y con el Ministro de Defensa, Rodrigo Rivera. A raíz de lo que ha sucedido en las últimas semanas en el Norte y Nordeste de Antioquia con las Farc, la gente se pregunta qué es más creíble, si la percepción de un mandatario y de unos ministros que ven al país desde Palacio o la de la comunidad que sufre los atentados, los bloqueos de vías y de alimentos. -La gente dice abiertamente que la guerrilla volvió a salir a las carreteras y a los pueblos, y el Ejército en sus cuarteles. Los retenes desaparecieron de las carreteras. Lo mismo está sucediendo en Córdoba, en varias zonas de la Costa y del sur del país. Si las Farc estuvieran tan débiles no harían lo que hacen, a su gusto y a sus anchas, se comenta.

Con la guardia baja

Juan Paz asistió esta semana a reuniones informales con empresarios. Piensan que el Ejército bajó la guardia, que la moral está por el piso y que no existe la presión de antes. Uno de ellos se preguntó en voz alta: - ¿Cuándo la guerrilla había bajado a la troncal por Yarumal y había atacado como lo hizo el miércoles? Uno de esos industriales dijo: - “Ojalá publiquen lo que pensamos...” Y para completar se preguntan si es que al Presidente no lo están informando bien de lo que está sucediendo en el Departamento...

En Córdoba


Y si por Antioquia llueve, en Córdoba no escampa... El martes se cumplía un consejo de seguridad en Tierralta, Córdoba. El Meridiano de Córdoba tituló así en primera página: “Presidente Santos, ¿qué hacemos?” y el editorial así: “Alcalde, “tire la toalla”. En él le piden al Gobierno que atienda los problemas de Córdoba “porque esa región también es Colombia”. Al otro día del consejo de seguridad, ese diario da cuenta de un rifi rafe entre la gobernadora Marta Sáenz y el Presidente. La mandataria le habló de las cifras por zonas en su departamento. “Presidente, en 2010 lo dije, la seguridad democrática perdió el año en Córdoba. No quisiera repetirlo al final del presente año”. Pero el Presidente le refutó que esas cifras no correspondían a la realidad. Y ella le respondió: - “Presidente, yo no invento cifras. Estas son de diferentes instituciones del Estado en el laboratorio del delito”. -Al otro día El Meridiano de Córdoba registró en primera los detalles del Consejo de Seguridad y las incidencias entre el Presidente y la Gobernadora. Tituló así en primera página: “Presidente, 6 muertos durante su visita, ¿nos cree?” Y puso una foto a cuatro columnas del acto y debajo cinco fotos de las personas asesinadas en Ciénaga de Oro, Sahagún, Chinú, Montelíbano y Planeta Rica. Como para que no queden dudas. Eso sí, el diario hace énfasis en que al Presidente podría estar mal informado por el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera o por la fuerza pública.

¿A quién creerle?


Los medios bogotanos le echaron tierra muy rápido al rifi rafe entre el ministro Vargas Lleras y el expresidente Uribe. Las referencias del expresidente a las influencias de Vargas para hacer nombrar a su amigo José Augusto Ibáñez en la Corte Suprema de Justicia refrescaron comentarios y revivieron episodios difíciles de desmentir. Y la pregunta sobre qué pasó en la Corte Suprema de Justicia con la cacería del Vargas en Montería con Mancuso y su caso de Casanare con paramilitares dejó muy mal sabor en el país. - Fíjense que la misma revista Semana registra con extrañeza que en defensa del ministro hubiera salido el mismo Mancuso, “quien, según se rumora, salpicó más bien a Uribe”. En Montería dicen que si alguien está muy bien informado sobre el pasado y el presente de Córdoba, es Uribe... Eso lo dicen ganaderos, empresarios y gente de todos los cortes de la capital cordobesa. Otro detalle: Ya comenzaron a reconstruir el famoso episodio de la cacería de Vargas con Mancuso con datos muy concretos: fecha, situación geográfica, nombre de la finca, propietario y otros acompañantes. Amanecerá y...

La perspicacia


Noventa palabras le bastaron al procurador Alejandro Ordóñez para solicitarle al presidente Santos, mediante oficio, que trate de hacer claridad sobre sus recientes denuncias con relación a las dos llamadas manos negras, la de la izquierda y la de la derecha, que operan en Colombia: una, por cuenta de las Farc y otra jalonada por fuerzas agazapadas que pretenden obstruir a como dé lugar los esfuerzos reconciliadores del Gobierno. Fue una carta corta aunque contundente. - La petición se produjo horas después de que La Barca de William Calderón hiciera notar en su entrega del martes que todas las señales que enviaba el columnista Daniel Samper Pizano, para tratar de dar con el jefe de la supuesta organización criminal, apuntaban hacia las oficinas del Jefe del Ministerio Público, situadas en todo el ombligo de Bogotá. Según el Presidente, “lo que la guerrilla busca es que la gente vea que todavía está fuerte, pero ataca a una o dos personas y sale corriendo porque no tiene la capacidad de confrontar a la fuerza pública, mientras que la extrema derecha no quiere que se repare a las víctimas, no quiere que se restituya a los campesinos y quiere exagerar la inseguridad en el país, para decir que estamos en un caos”. - Para redondear su columna, el gordo Calderón formuló estas preguntas: Si el presidente Santos tiene información privilegiada sobre el espinoso asunto, ¿por qué no se la suministra a las autoridades competentes o la pone en conocimiento de la opinión nacional?... ¿Si tiene pruebas y nombres de los implicados, por qué no se revelan?... ¿Por qué insiste en mantener la reserva, si ella genera desconfianza? Las mismas inquietudes lanzadas después por el valiente procurador Ordóñez Maldonado. O que siga si son chismes...


Y va la última

Escribió Gustavo Alvarez Gardeazábal en el periódico “El Mío”, de Cali: “El terrible episodio de la madrugada del miércoles, en los Llanos de Cuivá, entre Yarumal y Santa Rosa, cuando la guerrilla volvió a interrumpir la vía a la Costa, quemó dos buses y dio muerte al comandante de la Policía de Carreteras de Antioquia, nos hace pensar que o el presidente Uribe sí sabía mandar o el presidente Santos no tiene comandante de las Fuerzas Militares. Muy grave, cuando vemos que los soldados ya no están en las carreteras. Que el ejército no parece obedecerle al almirante Cely. Y que al Ministro de Defensa no le paran bolas ni generales ni almirantes”. Y hasta la próxima.

domingo, 3 de julio de 2011

THOMAS POGGE: "LA REVOLUCION POLITICA YA NO ES VIABLE"

Thomas Pogge, en un momento de la entrevista con ADN

JORDI SOTERAS

El alemán Thomas Pogge, filósofo, profesor de la Universidad de Yale y promotor del Fondo de Impacto sobre la Salud (HIF, en inglés), es una de las voces críticas con el sistema que estrangula a los países pobres hasta la extenuación. Visitó Barcelona invitado por el CCCB.

¿La responsabilidad es de los ricos y de las corruptelas en países pobres?

En los países pobres hay élites corruptas. Pero es que los ricos no pagan impuestos por la extracción de recursos y le dan dinero a estas élites.

¿Y cómo se cambia esto?

Es difícil porque son los países ricos los que hacen unas leyes que les favorecen.

Hay que romper ese círculo buscando una fórmula que sea buena para las élites y para los pobres

¿Es posible?

La HIF lo hace. No recompensa alas farmacéuticas por las patentes sino por el impacto que las medicinas tienen en la ciudadanía.

Son medicamentos para enfermedades de pobres que no son rentables.

¿Y ha roto el círculo vicioso?

Sí, tenemos que encontrar caminos en que las élites se interesen por proyectos y políticas que beneficien a los pobres. La HIF mejora la imagen de las farmacéuticas y favorece a los pobres. Hay que avanzar hacia una reforma inteligente, donde todos ganen, sin confrontación.

¿Adiós a las revoluciones?

Creo que la revolución política ya no es viable, no moviliza, y hay que buscar otra manera de distribuir la riqueza más igualitaria

¿Hay recursos para todos?

Sí, absolutamente. Tres cuartas partes de los más pobres disponen del 1% de los ingresos por hogar. Si tuvieran un 2% más, la pobreza extrema se erradicaría. Y es posible. Con un crecimiento demográfico sostenido se favorece la reducción de la pobreza.

¿Es cuestión sólo de un 2%?

La mayoría de la gente no se da cuenta de que la pobreza es un grandísimo problema en términos humanos pero pequeñísimo en económicos. La mitad de la población vive con menos del 3% de los recursos. Si pasaran del 3% al 5% sería suficiente para que dejaran de ser pobres extremos. Así, que la otra mitad que posee el 97% de esa riqueza aún mantendría el 95%. ¡Es un gran trato! Hace 100 años era muy caro erradicar la pobreza pero hoy, con la tecnología, erradicarla no es caro.

Dar ¿a quién? ¿A ONG?

Hay que ser responsable de a quién damos dinero. Esa ayuda tiene que llegar. Hay ONG que son un fracaso pero muchas hacen un buen trabajo.

Ese es un modelo ya viejo.

Lo más importante no es dar dinero sino cambiar las reglas que mantienen el actual modelo. Los países ricos destinan billones de dólares en mantener su agricultura y evitan que los pobres puedan competir. Por cada agricultor que conservamos en los países ricos, arruinamos a 20 pobres.

Usted ha dicho que los ricos matamos a los pobres.

Lo creo. Hay leyes que matan a mucha gente y estas leyes se deciden en los países ricos y se implantan en los pobres.

¿Ve el fin de la pobreza?

Como predicción soy pesimista. En países ricos, como EE UU, los pobres no están participando del crecimiento y la brecha entre la sociedad rica y la pobre es cada vez mayor.

¿No deja sitio al optimismo?

Tengo dos mensajes positivos. Si tu 2% de riqueza decides aportarlo a reducir la pobreza y escoges con cuidado a quién se lo das para asegurarte de que sea efectiva, ya puedes decir que tú no eres parte del problema. Otro mensaje es que se están haciendo pequeñas reformas con gran impacto para tener leyes más amistosas con los pobres, como la HIF.

Colombia es el país con más desplazados internos en el mundo

Una de cada 97 personas en el mundo, o lo que es lo mismo, el 1 por ciento de la población mundial, se ha visto obligada a abandonar ...