miércoles, 13 de junio de 2012

Cuando el amor se confunde con la muerte
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  el 08-06-2012 02:56 PM - fecha de última edición 08-06-2012 04:19 PM

No se explica que a una mujer moribunda antes de prestarle el auxilio se le pregunte "Señora, ¿usted tiene seguro?" y se le lleve, no a la clínica más cercana con los mejores recursos para salvarle la vida sino a uno de los morideros de pobres, que son los lugares a dónde se lleva a los ciudadanos que no pueden darse el lujo de pagar por un derecho.

Es verdad que vivimos en una economía de mierda en la que el ser humano pierde todo su valor para ser cliente, y en el caso de la salud en Colombia el cliente nunca tiene la razón. Tenemos constitucionalmente el derecho a la vida, es decir tenemos el derecho a la salud, porque sin salud se ve amenazada la vida, en consecuencia el derecho a la salud es un derecho constitucional por conexión directa al derecho a la vida.

El caso de Rosa Elvira Cely se ha convertido en uno emblemático en el que los medios nacionales se han visto desbordados por los twiterazos de sus lectores y se vieron obligados a tomar posición. Rosa Elvira es solo de muchos casos de feminicidio[1] que se suceden al año en Colombia (solo en esta semana son varias las notas de prensa sobre otras vulneraciones; violencia intrafamiliar, violaciones, exclusión a lesbianas), una situación que a pesar de lo grave que es ni siquiera ha merecido que los académicos de la lengua se tomen la molestia en definirla para que figure en el diccionario.

Tanta violencia como la perpetrada a Rosa Elvira Cely, quien fuera brutalmente violada, asfixiada, golpeada, apuñalada, sodomizada, empalada, torturada y arrojada a una zanja, nos demuestran que muchas personas viven en un estado emocional deplorable, con el agravante de que si no cambian sus emociones no cambia su actuar.

Y si a todo esto agregamos como agravante la indiferencia de la sociedad ante los constantes crímenes atroces en contra de las mujeres y otros grupos de seres humanos, no podremos avanzar jamás hacia una convivencia pacífica y respetuosa.

LA INDIFERENCIA: TAN PELIGROSA Y MORTAL COMO EL CRIMEN MISMO
Para muchos humanos la indiferencia es el motor emocional de sus acciones. Con esta emoción la persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro ser humano. Al mostrarse indiferente, el sujeto se vuelve apático hacia este. Debería ser vista como un problema social, pues la persona se siente insensible o fría como si tuviera las emociones o los sentimientos anestesiados, por ello, no pueden mostrar respeto ni solidaridad, como tampoco interés en las creencias y motivaciones de las otras personas ante quienes emerge la indiferencia, pues, en última instancia, se hace una negación del ser.

En la indiferencia se suele mostrar frialdad y/o displicencia por las ideas, emociones y acciones expresadas por las personas ante quienes emerge esta emoción. Se siente desagrado o indiferencia en el trato y desaliento ante la posibilidad de la realización de una acción conjunta, por dudar de su bondad o de su éxito. Ante la persona que logra que emerja en nosotros la emoción de la indiferencia, surge aquello que conocemos como la “falta de calor humano”, dado que despierta en el ser desinterés, apatía, desapego y desamor.

En la emoción de la indiferencia el otro no es un auténtico otro; simplemente no existe para nosotros porque nuestro cerebro no logra ubicarlo en cuanto no evidencia en él recuerdos que le ubiquen como alguien a quien amar o rechazar.

La indiferencia es la más peligrosa de las emociones pues afecta la construcción de la convivencia en la emoción, porque cuando los otros seres nos son indiferentes, ellos “no existen” como seres reales con quienes se pueda construir.

Lo peligroso está en que somos una cultura en la que la indiferencia frente al dolor humano y las necesidades del otro, es vivida por una enorme mayoría de seres humanos.

Las mujeres y los maestros que continuamos su labor educativa podemos transformar la realidad, lograr que los niños y niñas descubran a todos los otros como auténticos otros; solo así será posible la convivencia solidaria y democrática.

Necesitamos mucho más amor. Quienes fuimos educados en el amor y podemos expresarlo tenemos que seguir trabajando para que el amor se aprenda, se viva y se enseñe. Solo en el amor la vida del otro es tan importante como la propia vida.


Congreso aprobó proyecto que impide conciliación en casos de agresión e inasistencia alimentaria.

La alta consejera para la equidad de la mujer, Cristina Plazas, aseguró que la violencia intrafamiliar siempre se ha considerado como un asunto privado, "de puertas para adentro", cuando en realidad es el "el peor enemigo que tiene nuestro país y es de asunto público".

En diálogo con 'W Radio', Plazas resaltó la importancia de que la Cámara de Representantes le diera luz verde en último debate al proyecto que le quita la condición de querellables a la violencia intrafamiliar y a la inasistencia alimentaria. Es decir, ya no van a ser conciliables.

Cristina Plazas explicó que una de las mayores razones por las que las mujeres no denuncian a sus parejas cuando son agredidas, es por la 'violencia económica'. "No te doy dinero si denuncias", suelen decir los agresores, según explicó Plazas.

Para ello, el Gobierno viene trabajando con empresas para que vinculen a mujeres y acabar así con la amenaza económica. También existen medidas de atención como transporte, alojamiento y alimentos para las mujeres que estén en riesgo de este tipo de atropellos, señaló Plazas.

La funcionaria invitó a que los casos de violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria por parte de los padres sean denunciados por la ciudadanía, y que no se sigan consideran estos como delitos menores.

Las denuncias se reciben en la Fiscalía, comisarías de familia o jueces municipales.


Padres que no den cuota alimentaria irán a la cárcel

Según lo aprobado, las mujeres ya no podrán retirar las demandas por alimentos que interpongan contra los padres de sus hijos, y si los progenitores son hallados culpables de inasistencia alimentaria, pagarían entre uno y cuatro años de prisión, la misma pena que se aplicaría para los casos de violencia intrafamiliar.


La iniciativa, impulsada por la bancada de mujeres en el Congreso, reforma el Código de Procedimiento Penal y obliga a las autoridades a investigar, de oficio, los casos que se conozcan de estas dos conductas.

Gloria Stella Díaz, representante del Mira, explicó que cualquier persona puede denunciar estas conductas y que las dos dejarán de ser excarcelables.

"Si una persona denuncia, cualquiera que sea, un familiar, un vecino o un compañero de trabajo, le corresponde a la autoridad judicial iniciar la investigación y deberán hacerse los exámenes y las pruebas para comprobar si, por ejemplo, hubo acceso carnal violento o abuso sexual, y se llegará al final del proceso", anotó.

Si la víctima es quien presenta el recurso, este no será conciliable ni podrá ser retirado y al agresor o agresora el juez podrá darle hasta cuatro años de prisión.

Díaz destacó que, una vez sancionado este proyecto, la víctima no podrá, "por más palabras dulces que el agresor le diga luego de que la maltrata física, psicológica o sexualmente", desistir de la demanda.

Victoria Vargas, representante liberal, recordó que el 75 por ciento de las agresiones intrafamiliares son contra mujeres. "Hemos podido ver en los últimos meses cómo muchas mujeres, niños y adolescentes han sido víctimas de la violencia intrafamiliar, y lo que se quiere con este proyecto es que estos delitos, que en su momento habían sido no querellables, vuelvan a serlo para que no haya posibilidad de desistir", explicó.

En el trámite se agregó una proposición del representante Germán Navas, según la cual la decisión del juez de ejecución de penas "deberá ser precedida de un concepto técnico de un equipo interdisciplinario de Medicina Legal". Por este cambio, la iniciativa irá a conciliación con el Senado.

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