miércoles, 19 de septiembre de 2012

Menos violencia ¡más educación!

Por: Paola Mejía

kien&ke

La ilusión más grande que tenemos hoy los colombianos es la paz, es un tema que tiene toda nuestra atención, pues han sido varios años de desgaste físico y mental. Durante mucho tiempo ante el panorama mundial hemos sido los secuestradores, los traficantes por excelencia y los “pilos” para la trampa. Romper con todos esos paradigmas sin lugar a dudas es cuestión de interés nacional. Poco a poco y con un trabajo que ha ido progresando desde la comunidad hemos logrado ser vistos con ojos diferentes, demostrando nuestra fuerza, nuestra alegría y sobre todo las ganas de ser otros. ¿Quién no sueña con dejar atrás el pasado tan atroz de Colombia?
 
Sin embargo seguimos incubando males de raíz, que en tanto no se les busque soluciones constructivas no se llegará a ninguna parte. En lo que va corrido del 2012 han sido violados 3000 niños, en su mayoría de 12 y 9 años. Es una situación escandalosa, y más cuando entre los grupos de desadaptados que cometen dichos abusos se encuentran familiares y profesores de las víctimas. Estos hechos merecen repudio nacional y merecen ser tenidos en la agenda de prioridades del gobierno para lograr penas que realmente sean significativas, de manera que para los abusadores no se convierta en deporte y se siente precedente. ¿Cómo un país pretende la paz si 3000 de sus niños, que son el futuro, son víctimas de abuso sexual en tan sólo nueve meses? De nada sirve acabar con los estornudos si el resfriado sigue vivo. ¿Para qué pensamos en grande, si desde los hogares se presentan conductas tan reprochables como esas?
 
De acuerdo a como se eduquen los niños, se construirá el país. ¿Esperamos paz y amor por parte de personas que en su infancia fueron brutalmente agredidas física y psicológicamente? No es posible que como sociedad nos golpee más un reality, por ejemplo, que las aberraciones cometidas contra los niños. O ¿Dónde están las manifestaciones masivas en las redes sociales contra estos delitos?
 
En Colombia necesitamos invertir en menos guerra y más educación, es una verdad que se ha venido gritando a los cuatro vientos. Nuestros problemas son el resultado de las fallas educativas y sociales que tenemos como país. Desde los estratos más bajos hasta los más altos se han visto todo tipo de atrocidades. Hace poco un diputado del Huila golpeó cruelmente a su hija, porque según él la ama y quiere lo mejor para ella. Ningún tipo de violencia proviene del amor. Ningún tipo de violencia contra la mujer, contra los hijos, los hermanos, la pareja o los amigos es amor. Eso es falta de educación, falta de tolerancia, falta de un país con espacio para políticas sociales.
 
Las mujeres también hacemos parte de la población “vulnerable” no porque así nos veamos o porque no seamos capaces de salirnos de ese estigma, sino porque así lo ha configurado la sociedad. Los medios de comunicación se encargan de replicar mensajes donde la mujer es inferior al hombre. Por ello, los episodios de violencia contra el género femenino también han pasado a engrosar las cifras de maltrato en el país. No es posible quedarse callados, en Colombia paradójicamente nos acostumbramos a ver noticias como estas y las adoptamos a nuestra normalidad.
 
NO ES NORMAL. No podemos aceptar la violencia como parte de nosotros, tenemos que empezar por cambiar desde casa, por hacernos valer como seres humanos y esto se logra educándonos unos a otros, promulgando políticas de equidad y de respeto. Necesitamos gobernantes que den giros desde las instituciones más pequeñas como la familia o el colegio para luego pretender cambiar el país.
Recordatorio: las mujeres luchamos día a día por tener un espacio en una sociedad machista. Luchamos por ser un ejemplo de éxito y transformación, no por ser blancos de violencia física. Queremos representantes en el Gobierno que luchen por nuestros derechos y por nuestra independencia. Por eso decimos no más Procurador Ordoñez.
@PaoMejiaRivera

lunes, 17 de septiembre de 2012

La ética, la moral y la política

La ética y la moral son partes indivisibles de la política. Ella no puede existir sin tener como base ambos valores. De no serlo, la política se transforma, desde la actividad más noble a la que puede dedicarse un ser humano, a un mero ejercicio ciudadano cuyo objetivo primario será ganar el pan de cada día.
El poder que la política entrega a sus cultores, hoy usado mayoritariamente en beneficio personal y no a favor del interés público, se transforma de tal manera en simple mercancía de cambio y lucro personal.
Son los propios ciudadanos quienes están llamados a poner fin a tal despropósito; sin embargo para que ello ocurra, es menester adquirir conciencia de lo que está ocurriendo y desarrollándose a vista, paciencia y tolerancia de las elites del poder, también beneficiadas de ese círculo vicioso en acción. Estos procederes deben ser denunciados.


Sin embargo hace falta valentía para ello. La denuncia conlleva siempre todo tipo de represalias de parte de quienes actúan indecentemente hacia quienes luchan por la probidad. Es el mundo al revés. Son los valores trastocados hasta el delirio.


Hay estamentos de nuestra sociedad donde esas represalias son mandatos de muerte que emanan justamente desde quienes tienen el deber constitucional de defender la vida y la integridad territorial. De quienes debieran ser la reserva moral de nuestra sociedad. Casos recientes así lo atestiguan.
 
Por lo tanto cada día son menos los valientes que se atreven a denunciar. A consecuencia de ello los organismos públicos del poder se van poblando de voraces litigantes y operadores políticos, que cual “rambos” de cuello y corbata, están entrenados en hacerse de los intestinos y cabezas sangrantes de los atrevidos honestos que llegaron a desafiar la inmundicia, o de sus oponentes y adversarios políticos, a quienes estos guerreros del poder tratan como enemigos de una guerra soterrada, donde el respeto al vencido está tan olvidado como el ejercicio de la decencia.
En este mundo de Los Miserables, todo es posible y a veces la truculencia, falta de tino y tacto, solo se puede comparar al mundo kafkiano, donde la realidad es convertida en telaraña infranqueable para simples mortales.
Allí los hilos que mueven a estas marionetas, suelen ser manipulados por redes inescrupulosas que constituyen verdaderas asociaciones ilícitas, cuyas características –para los ciudadanos mas alertas y entrenados en darle a las acciones humanas segundas lecturas, a manera de coraza o detectores de mentira- resultan tan indecorosamente burdas, que rayan en lo patético.
Lo curioso e incomprensible, es que muchos de estos personajes adquieren poder político a consecuencia del resultado de elecciones populares, teledirigidas y apoyadas desde el poder central.
Luego usan las puertas que ese poder político abre, para consumar todo tipo de negociados, que en el mejor de los casos, solo rayan lo ilícito. Pero que en su mayoría se disfrazan, cobijan y protegen hábilmente en ese poder para defraudar, cuando no al Estado, a la ciudadanía toda.
No obstante la aparente impunidad de quienes así actúan, encuentra a su paso organismos públicos que cada día tienden verdaderas murallas que hacen infranqueables el materializar sus propósitos. [i]
 


[i] Por: Lautaro Robinson Araya

Colombia es el país con más desplazados internos en el mundo

Una de cada 97 personas en el mundo, o lo que es lo mismo, el 1 por ciento de la población mundial, se ha visto obligada a abandonar ...