OPINIÓN LIBRE
POR:
DIEGO ROLDÁN JARAMILLO
Hace
ya más de cinco lustros nuestro país vive uno de los peores conflictos armados
internos de América Latina, que algunos historiadores definen como aquella
época oscura de los años 50, y antes cuándo se produjo el bogotazo con la
muerte del líder liberal inmolado Jorge Eliecer Gaitán Ayala, aquel 09 de abril
de 1948. Desde entonces nuestra patria entro en un sinnúmero de violencia que
hasta el día de hoy deja secuelas en toda la sociedad colombiana debido a la
iniquidad social existente en esos años, que se sigue campeando hasta hoy en todos los órdenes sociales,
desfigurando y fisurando estas generaciones por el daño producido por esta
hecatombe siniestra de violencia impulsada por los feudales dueños de casi la
totalidad del territorio colombiano. Como olvidar La Masacre de las
bananeras perpetrada por un
regimiento de las Fuerzas Armadas
de Colombia bajo mandato presidencial de Miguel Abadía
Méndez y ejecutada por orden del general Cortés Vargas en el municipio
colombiano de Ciénaga el 6 de diciembre de 1928, quienes asesinaron vilmente a un número indeterminado de manifestantes
(aproximadamente 300 personas afirmado por las investigaciones más serias de la
época) que protestaban por las pésimas condiciones de trabajo en la United Fruit
Company.1 (- Biblioteca Luis Ángel Arango). Del texto: Detrás de la
masacre).
Para estas
generaciones no ha sido fácil estar al lado de la paz, o tal vez, no para estas
generaciones, sino más bien para aquellos intereses oscuros que les gusta más
la cocina de la guerra que la bandera de la paz. Prefiero un dialogo abierto y
sincero con ideas que silencien los fusiles de la guerra, que poco o nada ha
conducido esta nación a semejante despelote. Es imperativo buscar la paz como
legado de civilización, no buscando venganzas ni revanchas, sino más bien
buscando para los Colombianos justicia social con equidad.
Los verdaderos actos
de grandeza de quienes están en el conflicto es buscar el perdón y la reconciliación como una manera
de gallardía para parar esta guerra absurda que ha colocado más de 250.000 mil
muertos desde aquellas épocas hasta el día de hoy. Nadie es ganador en una
guerra, siempre habrá perdedores, no ganadores, porque lo que se destruye en
vidas humanas no se recompone con el dolor que se le produce a una sociedad, y
menos aún con más odio y venganza. Los pueblos sufren metamorfosis y sus
ciudadanos son víctimas de estas, porque enfermar más la sociedad como la que
hoy tenemos en todo su tejido humano es ya una perdida. Si para destruir es tan
fácil, porque para construir es tan difícil.
La violencia en todos
sus géneros es producida por los señores de la guerra, y finalmente hasta ellos
mismos están enfermos de este conflicto armado que toco a muchas, pero a muchas
familias en la esfera de la injusticia. Muchos cayeron en este conflicto, y
muchos se levantaron para seguir adelante sin olvidar eso sí, a aquellos que
cayeron víctimas de este penoso y bárbaro acto de guerra.
Reflexiones de Nelson Mandela:
El
perdón libera el alma, elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan
poderosa. El arma más potente no es la violencia sino
hablar con la gente. Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que
trabajar con él, entonces se vuelve tu compañero.