lunes, 25 de octubre de 2010

Notas politicas: la Barca de Calderon: por Willian Calderon. Periodico El Nuevo Siglo.


Revocatoria inminente. El escándalo suscitado a propósito del Cartel de la contratación distrital ya ha provocado una reacción muy fuerte de la opinión pública que se expresará seguramente en la revocatoria del mandato del alcalde Moreno.

Esta revocatoria es perfectamente posible, pues el nivel de aprobación de Moreno apenas llega al 18 por ciento. O sea que el 82% lo rechaza, según encuesta reciente del Centro Nacional de Consultoría. Este hecho permite rememorar los sucesos de mayo 10 de 1957 cuando el pueblo se rebeló para derrocar al dictador Rojas Pinilla. De esta manera el nieto repetiría la historia de su abuelo que también fue removido de su cargo por los malos manejos que en su gobierno realizaba. La gran coincidencia entre el abuelo y el nieto consiste en que su desprestigio llegó hasta el límite de la movilización ciudadana, mas no de los políticos para sacarlo de su Palacio.

¿Carcelazo? También se repetiría la historia de 1992 cuando el Fiscal Gustavo de Greif Restrepo ordenó la detención del alcalde Juan Martín Caicedo Ferrer y varios concejales. Inexplicablemente, uno no fue “entalegado”. Los suspicaces preguntaban: ¿qué pasaría? ¡Averígüelo, Vargas!

Premiado. Nunca el beneficiario de un error lo ha pagado tan bien y tan a tiempo cuando se designa como embajador de Colombia en Costa Rica al “filólogo” constitucionalista Hernando Herrera Vergara, autor de la famosa preguntica que privó a Uribe Vélez de su segunda reelección y llevó a Santos a la Presidencia.

Testamento pobre. El Gobierno dice cómo se gasta la plata de unas regalías que no han llegado, sin precisar cómo va a estimular el crecimiento de un sector que apenas despega; que no tiene puertos carboneros, ferrocarriles ni vías. El tema de las regalías se maneja como el testamento de un pobre.

El Uñilargo. La corrupción en el régimen de Rojas Pinilla

Autor: Alberto Donadio

Editorial: Hombre Nuevo Editores

Mes y año de edición: Junio de 2003

Reseña: Ese gran escritor extraviado en la política que fue Alberto Lleras Camargo, afirmó en 1958, un año después de la caída del general Gustavo Rojas Pinilla: “Ningún colombiano puede aspirar a enriquecerse ni prosperar sólo por la acción del Estado, a menos que tenga el pensamiento de robar a sus conciudadanos”.

Rojas, su familia y sus compinches se dedicaron entre 1953 y 1957 a los negocios de tierras y ganados y recibieron el equivalente de varios millones de dólares en préstamos de los bancos oficiales y privados. Préstamos es la palabra equivocada, pues la mayor parte de los créditos jamás fueron pagados a los bancos. Rojas nunca tuvo conciencia de que estaba robando a sus conciudadanos. Es más, nunca aceptó que él como Jefe del Estado no podía comprar a precio de remate haciendas que estaban invadidas por colonos, ni pedir a la Caja Agraria que las parcelara para que él pudiera vendérselas a los colonos por el precio comercial. Tampoco entendió que como presidente no podía comprar ingenios en quiebra o recibir las reses que le regalaban los hacendados.

Este libro de Alberto Donadio sobre el general en sus hatos, revela además los detalles del que en su momento fue tal vez el mayor caso de corrupción oficial en Colombia en el siglo XX: la quiebra del gubernamental Banco Popular a manos de Luis Morales Gómez, uno de los principales adláteres de Rojas en el gobierno. Morales Gómez dilapidó ingentes sumas en inversiones que fueron un fiasco, como las sucursales del Banco Popular en el exterior y una aerolínea cuya primera ruta fue Bogotá-Leticia-Cochabamba. El salvamento del Banco Popular costó, después de la caída de Rojas, una suma que en el año 2003 sería equivalente a 2 billones de pesos.

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