domingo, 29 de agosto de 2010

¿Qué le pasa a esta sociedad enferma? ¿Por qué tanta violencia?


(Este escrito está dedicado a aquellos que se fueron, y partieron dejando una huella en vuestro corazón, a ellos les digo que la fortaleza y la fe en Dios los acompañará, y que no olvidaremos a los seres que siempre amamos, que oraremos en silencio, tanto por el que se fue, como por quien les quito sus seres queridos).

Una sociedad, que mata impune y sistemáticamente a sus hijos más inocentes, que administra la justicia según los colores políticos, que miente con descaro y desde las más altas instancias, que viola los pactos más sagrados, que fomenta el odio y el enfrentamiento entre sus miembros, que impide el ejercicio libre de la de pensar diferente, que destruye la inocencia de los niños desde su más tierna edad, que azuza las pasiones de los jóvenes, que niega que haya acciones buenas y malas con independencia de tiempo y circunstancias, que convierte la criminalidad en un instrumento de guerra ideológico y el poder político en trampolín para el enriquecimiento personal y la descomposición de los suyos, en una palabra, una sociedad cuarteada en sus estructuras básicas y removida en sus cimientos éticos es una sociedad decadente y enferma de extrema gravedad.

Pero si esa sociedad es la nuestra, si es el ámbito en el que vivimos el día a día de nuestro trabajo, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones, entonces las cosas adquieren un dramatismo inusitado y necesita que le apliquemos de inmediato un remedio radical. Por desgracia, esto es lo que nos ocurre a nosotros. Porque la actual sociedad Colombiana es la sociedad decadente y gravemente enferma que he descrito antes. Porque en ella conviven y coexisten todas las lacras denunciadas. (Caso del asesinato en Bogotá Esto es lo que dice el diario el Espectador del día 28 de agosto de 2010: Ante el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, CTI, se entregó la menor que ya aceptó su responsabilidad por la muerte de una alumna del colegio Miguel de Cervantes en la localidad de Usme mediante una riña callejera. Se espera que en las próximas horas se legalice su excepcional detención ante un Juez de Infancia y adolescencia, dada su condición de menor de edad. A la adolescente se le acusa del homicidio con arma Blanca de Carol Jineth Celis. Al parecer, las dos jóvenes se citaron en un parque, donde se escenificó el enfrentamiento por celos, mejor dicho empaque pa que nos vamos).

Pero esta sociedad, precisamente porque es la nuestra, no debe ser mirada con desinterés, desprecio u odio. Necesita ser amada, para no ser acabada. Ahora bien, dado que las enfermedades que la aquejan son muy graves y tienen carácter de metástasis generalizada, no podemos aplicarle una cataplasma. Y cataplasmas serían todos los remedios que no contemplen una profunda regeneración ética de cuantos formamos parte de esa sociedad. Las estructuras son posteriores al uso y abuso de nuestra libertad. Por eso, ni la justicia, ni la política, ni la escuela, ni la familia, ni la convivencia, ni la economía, saldrán de la situación calamitosa en que se encuentran si las personas que son jueces, políticos, empresarios, profesores, comerciantes, periodistas, el clero y cónyuges no cambian. En caso contrario, haríamos bueno lo que el refranero español sentenció con extraordinaria justeza y sencillez de formulación: “Distintos perros con los mismos collares”. Si quien está enfermo es el perro –la sociedad- es inútil cambiar el material y color de los collares –instituciones y estructuras sociales-. Hay que cambiar a las personas.

Por eso, lo que ahora necesitamos en Colombia con absoluta urgencia es volver a mirarnos hacia adentro lo que hemos hecho malo. Tenemos, ciertamente, hambre de pan –paro alarmante–, de cultura –bajísimos niveles educativos–, de bienestar –más y mejores coberturas sociales–. Pero la necesidad más urgente y general es reconocer que tenemos que dar un cambio ético radical, salir de nuestro egoísmo y entrar en la lógica del don, de la gratuidad, de la solidaridad, del respeto mutuo, de la paz social y familiar, de los conceptos de bien y de verdad. Digámoslo claramente: necesitamos reconocernos pecadores, acudir al perdón y reiniciar el camino del bien y de la verdad.

Según la Organización Mundial de la Salud, _Ginebra, la tasa de homicidios en América latina es de 27,5 víctimas por cada 100 mil habitantes, comparada con 22 víctimas en África, 15 en Europa del Este, y 1 en los países industrializados. “Como región, América latina tiene la tasa de homicidio más alta del mundo me dijo Etienne Krug, el especialista en violencia de la OMS, en á entrevista telefónica desde Ginebra. “Los homicidios son la séptima causa de muerte en América latina, mientras que son la causa número 14 en África, y la 22 a nivel mundial.” Y las posibilidades de e un homicida o un ladrón vaya a la cárcel son reducidas: mientras la población carcelaria en los Estados Unidos —una de las más altas 1 mundo— es de 686 personas por cada 100 mil habitantes, en la Argentina es de 107 personas por cada 100 mil habitantes, en Chile de , en Colombia de 126, en México de 156, en Perú de 104 y en Venezuela de 62.12 En otras palabras, la mayoría de los crímenes en Américalatina permanecen impunes. Fuente Consultada: Cuentos Chinos de Andrés Oppenheimer

La pobreza y la exclusión social no se combaten con bla, bla, bla, bla, se combate con oportunidades, con trabajo y sobre todo que la gente más pobre empiece a tomar conciencia que traer hijos al mundo por montones genera también pobreza. Y la educación sexual es muy importante para esta población joven en estado de vulnerabilidad. Profamilia hace vasectomías para hombres, y ligaduras de trompas para mujeres gratis, ojala aprovecharán y verían grandes resultados.

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