domingo, 7 de febrero de 2010

La semana negra de Uribe.


La semana negra de Uribe.

Con lo que ha pasado en estos días no sorprendería que Uribe sacara la mano. Pocas veces había sufrido tantos reveses simultáneos, ni se habían conjugado semejantes adversidades en un momento crucial de su vida política.

Y si bien es cierto que el Presidente es un gallo de pelea, listo a subirse a cualquier cuadrilátero, no lo es menos que ha recibido esta semana duros golpes consecutivos, que lo deben tener sin aire y tambaleando. "Groggy", como diría el experto en pugilismo que hoy ocupa la presidencia del Congreso.

Un primer 'round' demoledor fue la explosión de malestar que desató la declaratoria de Emergencia Social y sus improvisados decretos. Nunca antes se había visto una reacción tan vehemente y colectiva del sector de la Salud, que resumió de forma lapidaria el directivo médico Roberto Esguerra cuando los calificó como "una monstruosidad que condena a la gente a morir". El Gobierno vaciló y admitió equivocaciones, pero no ha explicado cómo no vio venir una crisis anunciada hace seis años.

Otro episodio muy desgastador para el Presidente fue su desatinada propuesta de convertir a los estudiantes en informantes. La reacción también fue inmediata y unánime y aquí se echó encima a la Universidad, la Academia, estudiantes y padres de familia.

Uribe tampoco calculó lo que le costaría enfrentarse a un grupo de intelectuales tan adversos como el que encontró el miércoles en el debate en la Tadeo Lozano, donde le cantaron la tabla en temas como el Estado de opinión y la vinculación de funcionarios con el paramilistarismo. Le han reprochado a los asesores del Presidente que lo hubieran expuesto a tan agresiva avalancha de críticas. Aunque sabemos que el hombre no rehúye el debate, de este no salió bien librado.

Tampoco en el juicio que se le sigue en la Corte Suprema a su primer director del DAS, Jorge Noguera, quien esta semana sostuvo que él le reportaba a Presidencia sobre actividades sindicales, y que el subdirector José Miguel de Narváez, sindicado de indoctrinar paramilitares, fue colocado por Uribe en ese cargo. El Presidente lo ha desmentido, aunque el segundo director del DAS, Andrés Peñate, dijo luego que él encontró instalados grupos clandestinos dedicados a toda suerte de seguimientos e interceptaciones ilegales.

Desde el exterior también cayeron golpes: el informe de Human Rights Watch sobre el resurgimiento del paramilitarismo y el recorte de 55 millones de dólares de ayuda anunciado por Washington. Más grave lo segundo, que aunque parezca injusto era previsible, y no debe dar lugar a más viajes ni pataletas mendicantes, que de nada servirán. Tenemos que aprender a caminar solos. Y Uribe a entender de veras que los afectos y prioridades de la Casa Blanca no son los de antes.

A lo anterior se suma que los colombianos fueron notificados en estos días de un aumento de 200 pesos por galón de gasolina y que el Dane confirmó que el desempleo del 12 por ciento es el más alto de Latinoamérica. Nada de lo cual fortalece la imagen presidencial. No debería extrañar entonces que en el más reciente sondeo sobre el referendo (el de Datexco de fin de mes), por primera vez la mayoría de encuestados (47 por ciento vs. 41 por ciento) no está de acuerdo con el mismo.

Pero el golpe más fuerte, el que más oxígeno le ha quitado al Presidente, ha sido la ponencia negativa del magistrado Sierra Porto sobre la ley del referendo. No creo que Uribe imaginara que el concepto fuera tan adverso (se sabe que señala por lo menos 20 vicios de trámite) y esta situación lo ha puesto a pensar seriamente en que no estaría en la Casa de Nariño después del 7 de agosto.

Por eso ha mandado por delante a Juan Manuel Santos y a Andrés Felipe Arias a cohesionar al uribismo y asegurar la sucesión. En esa dirección, una prioridad inmediata del uribismo será la de lograr que Andrés Felipe le gane a Noemí la consulta conservadora. Seguro que no ahorrará esfuerzos para este fin.

Álvaro Uribe ha tenido, en fin, una semana negra. Sabe que sus esperanzas se han reducido y que el tiempo se agota. Pero en cuestión de magistrados -si de eso se trata- nada está escrito. Cuando la primera reelección, el magistrado Cepeda produjo ponencia negativa y luego votó positivo. El mes pasado el presidente de la Corte, Nilson Pinilla, advirtió que ese tribunal no tenía afán y no iba correr. Hace tres días anunció que "la Corte sacará el fallo del referendo lo más pronto posible". Las apuestas siguen abiertas.
Enrique Santos Calderón

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