viernes, 8 de enero de 2010

PERSONAJES DE YARUMAL


EPIFANIO MEJIA QUIJANO EL POETA , EL GRANDE DE LOS VERSOS ANTIOQUEÑOS.

Poeta colombiano nacido en Yarumal Antioquia en 1838, conocido como el “poeta triste” o el “Loco Mejía”. Cuentan que era un hombre nostálgico, noble, bondadoso y que vivía de manera intensa. Fue comerciante hasta los 40 años, momento en el que perdió sus facultades para hacerlo pues enloqueció y fue recluido en un hospital mental. Permaneció recluido por varias décadas hasta que murió a los setenta y cinco años en el mismo pueblo en que nació. Sin embargo, dicen que antes de morir, recobró la razón y recibió los últimos sacramentos. Otros dudan de su sin razón y lo comparan con un Quijote criollo, escudados en la gran habilidad para componer versos que aún tenía de “loco”: componía endecasílabos e improvisaba versos con gran facilidad y gracia.

Como homenaje a este poeta Antioquia tomó un poema suyo como la letra de su himno. Se trata de "El Canto del Antioqueño" que fue publicado en 1868 y el cuál fue musicalizado a finales del siglo XIX por el Maestro caucano Gonzalo Vidal.

Mediante Ordenanza de 1962, fue adoptado oficialmente como el Himno de Antioquia.
Mejía publicó en importantes revistas de la época como El Oasis. Sus poemas han sido publicados en libros como: Poesías, discurso de Juan de Dios Uribe (1902), Poesías escogidas (1934), Poesías completas (1938), Obras completas (1939, 1960, 1961, 1989), Poesías selectas (1958), Epifanio Mejía: selección (1997), Gregorio y Epifanio: sus mejores verso y Poesias escogidas de Epifanio Mejía (2000).

La poesía de Mejía está dentro de la llamada línea nativista de Gregorio Gutiérrez González, en la que se pretende exaltar lo americano, lo criollo, refiriéndose más que todo a su naturaleza intrincada e inhóspita, pero a la vez grandiosa. El cóndor, las selvas, las tradiciones antioqueñas y la pugna de los paisas por sobrevivir, son sus temas esenciales.

Dentro de sus poemas que no constituyen una obra muy extensa, sino una compuesta por alrededor de 70 piezas, los más célebres son el ya mencionado Canto del antioqueño, Antioquia o la mano de Dios (La retirada de los héroes), La ceiba de Junín, La muerte del novillo, Anita, La historia de una tórtola y Amelia. Sus restos mortales descansan en la Cripta de la Basilica Menor de Nuestra Señora de las Mercedes en su tierra natal Yarumal.

Sus versos son descritos como realistas, transparentes, naturales, ansiosos y ante todo nostálgicos.

Himno

La Asamblea Departamental de Antioquia, el 10 de diciembre de 1962, expidió la Ordenanza 6 para la celebración del Sesquincentario de la Independencia de Antioquia. En este acto, la Corporación de los Antioqueños, dispone que el Departamento tendrá un Himno y una Bandera.

El Himno adopta "El Canto del Antioqueño" escrito y publicado por Epifanio Mejía en 1868. El mismo musicalizado por el compositor vallecaucano, radicado en Antioquia Gonzalo Vidal.


CORO

Oh libertad que perfumas
las montañas de mi tierra,
deja que aspiren mis hijos
tus olorosas esencias!

I
Amo el Sol porque anda libre,
sobre la azulada esfera,
al huracán porque silba
con libertad en las selvas.

II

El hacha que mis mayores
me dejaron por herencia,
la quiero porque a sus golpes
libres acentos resuenan.

III

Forjen déspotas tiranos
largas y duras cadenas
para el esclavo que humilde
sus pies de rodillas besa.

IV

Yo que nací altivo y libre
sobre una sierra antioqueña
llevo el hierro entre las manos
porque en el cuello me pesa.

V

Nací sobre una montaña,
mi dulce madre me cuenta
que el sol alumbró mi cuna
sobre una pelada sierra.

VI

Nací libre como el viento
de las selvas antioqueñas
como el cóndor de los Andes
que de monte en monte vuela.

VII

Pichón de águila que nace
sobre el pico de una peña
siempre le gusta las cumbres
donde los vientos refrescan.

VIII

Cuando desciendo hasta el valle
y oigo tocar la corneta,
subo a las altas montañas
a dar el grito de alerta.

IX

Muchachos, le digo a todos
los vecinos de las selvas
la corneta está sonando...
¡tiranos hay en la sierra!

X

Mis compañeros, alegres,
el hacha en el monte dejan
para empuñar en sus manos
la lanza que el sol platea.

XI

Con el morral a la espalda
cruzamos llanos y cuestas,
y atravesamos montañas
y anchos ríos y altas sierras.

XII

Y cuando al fin divisamos,
allá en la llanura extensa,
las toldas del enemigo
que entre humo y gente blanquean

XIII

Volamos como huracanes
regados sobre la tierra,
¡ay del que espere empuje de
nuestras lanzas revueltas!

XIV

Perdonamos al rendido
porque también hay nobleza
y en los bravos corazones
que nutren las viejas selvas.

XV

Cuando volvemos triunfantes
las niñas de las aldeas
rinden coronas de flores
a nuestras frentes serenas.

XVI

A la luz de alegre tarde
pálida, bronceada, fresca
de la montaña en la cima
nuestras cabañas blanquean.

XVII

Bajamos cantando al valle
porque el corazón se alegra;
porque siempre arranca gritos
la vista de nuestra tierra.

XVIII

Es la oración; las campanas
con golpe pausado suenan;
con el morral a la espalda
vamos subiendo la cuesta.

XIX

Las brisas de las colinas
bajan cargadas de esencia,
la luna brilla redonda
y el camino amarillea.

XX

Ladran alegres los perros
detrás de las arboledas
el corazón oprimido
del gozo palpita y tiembla...

XXI

Caminamos... Caminamos...
y blanqueas... y blanquean...
y se abren con ruido
de las cabañas las puertas.

XXII

Lágrimas, gritos, suspiros,
besos y sonrisas tiernas,
entre apretados abrazos
y entre emociones revientan.

XXIII

¡Oh libertad que perfumas
las montañas de mi tierra,
deja que aspiren mis hijos
tus olorosas esencias!.

Letra: Epifanio Mejía
Música: Gonzalo Vidal

Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.

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