miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Se rajó Uribe?


Por FERNANDO NAVAS TALERO
¿Se rajó Uribe?


EL resultado final de la reunión extraordinaria de Unasur no fue tan positivo para Colombia como lo hacen aparecer algunos medios de comunicación, acostumbrados a alardear a causa del patrioterismo característico, tanto en fútbol como en política internacional y en ocasiones en los reinados de belleza: pues siempre, según esta pasión colombiana, logramos triunfos morales. Pues no, en Unasur nos fue “como a los perros en misa”: El presidente Uribe se rajó.

En los estertores de la reunión, después de ese debate de dimes y diretes, vergonzoso para todos los asistentes, incluso en las conclusiones de aguas tibias perjudiciales hasta para los artríticos, al Presidente de Colombia se le ocurrió la penosa idea de pedirle a su homólogo de Ecuador, Rafael Correa, que interceda ante los jueces de su país para que sobresean la orden de captura que libraron contra el exministro Juan Manuel Santos.

Esa petición desnudó, sin tapujos, el talante de este Jefe de Estado y su ignorancia en materia constitucional. La democracia no consiste, básicamente, en que los gobernados elijan a los gobernantes. La democracia en estas épocas radica en que el poder controle el poder. Es decir, que nunca el poder recaiga en unas solas manos, porque se corre el riego de que caer en totalitarismos. Cada una de las ramas del poder público debe actuar independientemente, de manera que los jueces no obedezcan al Ejecutivo, ni el Congreso sea una comisión de aplausos del Gobierno.

El que las usa las imagina, dice el refrán, y por eso el presidente Uribe pensó que en Ecuador ocurre lo mismo que en Colombia, que las decisiones judiciales pueden manipularse y se atrevió a formular ese impertinente pedido. Por eso el presidente Correa tuvo que aclararle que él no puede interferir el poder judicial en su país, que los fiscales y los jueces son autónomos y el Ejecutivo debe respetar y acatar sus decisiones.

El doctor Carlos Gaviria, presidente del Polo, cuenta que el joven Álvaro Uribe fue su alumno en la cátedra de Derecho Constitucional. De su trayectoria como estudiante en la Facultad de Derecho poco se sabe.

Sería interesante que sus biógrafos, que los hay muchos, se ocuparan en este tema, pues la vida de los mandatarios en ocasiones sirve de ejemplo y a este respecto sería prudente saber su aprovechamiento en esta materia. Hasta el momento todo indica que no aprovechó las lecciones del doctor Gaviria sobre Derecho Constitucional y Democracia, al menos así se infiere por las sugerencias que hace en público; en privado todo es permitido, pero insinuar, a voz en cuello, que se interfiera la acción de los jueces, en un foro tan mediático como Unasur, es ignorancia supina o descaro. Pero bueno, al Presidente de los colombianos la prensa suele perdonarle todo. Pero allende las fronteras no piensan lo mismo. ¡Qué pena!

EXAMEN EN LA CORTE Y CITA EN URNAS, RETOS DIFÍCILES
Todavía falta un largo camino


El tiempo, para quienes creen que los vicios de trámite no hundirán la iniciativa, continúa siendo el principal enemigo de la ley de referendo reeleccionista. Previsión y posibles escenarios sobre el tiempo del fallo, el plazo para ir a las urnas, presiones de la campaña electoral presidencial y la fecha límite del 28 de noviembre que fija la Ley de Garantías

LA APROBACIÓN anoche del proyecto de referendo en el Congreso, por más traumática y polarizante que haya sido, si bien constituye un avance importante para los impulsores de la iniciativa reeleccionista, es apenas un paso más en el largo camino de la iniciativa, cuyo éxito aún está muy lejano.

Tras el visto bueno anoche, el camino a seguir todavía está lleno de obstáculos muy difíciles de sortear. Lo que procede ahora es la publicación de las respectivas gacetas congresionales, dando cuenta del texto aprobado y la votación respectiva. Luego, viene la sanción presidencial, que podría tardarse, en el mejor de los casos, una o dos semanas. Así las cosas, bien se podría indicar que la nueva ley sería remitida a mediados de septiembre a la Corte Constitucional para el respectivo examen previo de exequibilidad.

En el alto Tribunal los términos no son taxativos como se piensa en algunos círculos uribistas. Es más, hay que tener en cuenta que la Corte ya tiene bajo estudio la Ley 1327, sancionada el pasado 17 de julio, mediante la cual se convoca a los ciudadanos a un referendo constitucional que establece cadena perpetua para delitos cometidos contra los menores de edad. En ese orden de ideas, el reeleccionista entra a hacerle cola a esa iniciativa. El plazo máximo para emitir el respectivo fallo es de seis meses, aunque nadie piensa que los magistrados se tomen todo ese tiempo.

En el mejor de los casos, los uribistas ansían que la Corte se pueda estar pronunciando antes del 28 de noviembre (seis meses antes de la elección en primera vuelta), que es la fecha límite que la Ley de Garantías Electorales fija para que el Presidente de la República pueda informar al país que aspirará a un nuevo mandato, en este caso un tercero y consecutivo.

Es claro, entonces, que si para esa fecha la Corte no ha dado su fallo, entonces se volverá a generar un limbo jurídico pues no tendría sentido que Uribe anunciara su disposición a ir a un tercer mandato, si todavía no se sabe si el referendo pasó o no el examen constitucional. Dado el cúmulo de anomalías y vicios de forma y fondo, apostar por poner sobre la mesa una candidatura es muy riesgoso.

Tres opciones

Como es apenas obvio, si el Alto tribunal llega a declarar inexequible la ley convocatoria de referendo, entonces todo termina, ya que se trataría de una decisión inapelable y de única instancia.

Hay otras dos opciones. De un lado, que la Corte considere que el trámite del proyecto efectivamente fue viciado pero que esas falencias pueden ser subsanadas. En ese evento, entonces podría devolver la iniciativa al Congreso y allí deberían proceder a corregir lo señalado por el alto tribunal. Esta opción, sin embargo, es considerada como lejana por muchos analistas y dirigentes políticos.

La segunda alternativa, claro está, es darle vía libre a la ley. Una vez el fallo esté en firme y sea publicado formalmente, entonces el Presidente de la República procedería a ordenarle a la Registraduría que organice la respectiva cita en las urnas. Aquí hay que tener en cuenta que la Ley 134 de 1994, que regula los Mecanismos de Participación Ciudadana, advierte que “cuando se trate de un referendo de carácter nacional, departamental, municipal o local, la votación no podrá coincidir con ningún otro acto electoral. No podrá acumularse la votación de más de tres referendos para la misma fecha”.

Según lo afirmado por el registrador Carlos Ariel Sánchez, la entidad necesita un tiempo promedio de tres meses para poder tener lista toda la logística necesaria. Si ello es así, en el mejor de los casos, el referendo no podría votarse antes de finales de enero o comienzos de febrero.

Aunque hay voces uribistas que consideran que podría optarse por votar el referendo el segundo sábado de marzo de 2010, es decir un día antes de los comicios para Congreso, otros sectores gobiernistas consideran esa opción es muy arriesgada, ya que si la iniciativa no logra sobrepasar el umbral mínimo de sufragios que ordena la Constitución, entonces la coalición oficialista apenas tendría dos meses para unirse en torno a un candidato y hacer campaña de cara a la primera vuelta presidencial, que es el último domingo de mayo.

Es claro que para muchos de los precandidatos presidenciales uribistas que han advertido que darán un paso al costado si el referendo gana en las urnas, lo que más urge es que esa decisión electoral se dé lo más rápido posible, ya que el stand by sólo le sirve a los aspirantes que tienen decidido que se la jugarán el último domingo de mayo, esté o no Uribe en la competencia.

Los voticos

No hay que olvidar que para que el referendo pueda ser aprobado necesita dos condiciones. La primera, y principal, que la votación total sea superior al 25 por ciento del censo electoral vigente. A hoy, eso significa que requeriría que a las urnas asistieran más de 7,3 millones de ciudadanos, un volumen similar al que logró Uribe en mayo de 2006 para acceder a su segundo mandato. Sin embargo, es claro que el Presidente de la República ha sufrido un desgaste en el poder y si bien las encuestas de popularidad lo sitúan por encima del 60%, ese porcentaje baja más de diez puntos cuando se le pregunta a los mismos consultados si apoyarían una segunda reelección del hoy Jefe de Estado. Poco a poco, parece que hay más uribistas que reeleccionistas.

La segunda condición, es que la mitad más uno de esos 7,3 millones de votantes lo hagan por el “Sí”. Ello se ve como probable, no sólo porque los uribistas pueden poner fácilmente más de 3,7 millones de votos, sino porque la oposición y los sectores anti-reeleccionistas seguramente optarán por una campaña de abstención activa, antes que lanzarse a una estrategia para impulsar la votación por el “No”.

Ahora, claro está, siempre queda abierta la posibilidad de que el referendo pase el examen en la Corte, sea votado en las urnas, logre allí los 7,3 millones de votos que requiere para ser aprobado y quede entonces habilitada la vía para una segunda reelección consecutiva, pero que Uribe, ya con la posibilidad de optar al cargo en 2014, decida no lanzarse y más bien hacerle el guiño a alguno de los candidatos uribistas en ciernes.

Como se ve, lo que le falta es camino largo y tortuoso al referendo reeleccionista.

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