jueves, 18 de agosto de 2011

LA ÉTICA DE LA CLASE MEDIA


Por: Sinergia Informativa

La ética de los de la mitad. Porque arriba están los ricos con el verdadero poder económico, político y el de la opinión. Porque abajo están los pobres de verdad, con ningún poder adquisitivo, y muchos ni siquiera tienen una opinión porque nada les importa y todo les resiente.

Históricamente, el poder de los de arriba ha estado acompañado del dominio de grandes medios de comunicación, reconocidos porque tienen apellido y representación en el poder público. En los últimos años, han sido los grupos económicos los que se han vuelto propietarios de esos medios de comunicación, que, indudablemente, tienen toda la influencia en la opinión de la clase media y de los que deciden salirse del “ghetto”, porque, precisamente, el bombardeo de información es tan profuso, intenso y por tantos medios, que es imposible que permanezcan aislados.

Tradicionalmente, la miseria de los de abajo ha estado acompañada de indiferencia, la mayor parte del tiempo, y de utilitarismo, en época electoral. Para muchos de ellos, la política y la democracia no es más que el “agosto” en el que su derecho constitucional a elegir, puede convertirse en un cheque al portador.

De qué ética se puede hablar entre quienes venden sus votos y hacen de las jornadas electorales verdaderas fiestas pagadas por quienes quieren comprarles la conciencia que nunca han tenido, porque ha estado dominada por la indiferencia, el resentimiento y el utilitarismo. Esta conducta ha sido normal entre ellos, y es raro oír que se les reproche su comportamiento.

También es normal entre los dueños de los grandes medios de comunicación que no respeten los requerimientos éticos del Periodismo, y en vez de oír reconvenciones por su irresponsabilidad, son ellos quienes emiten cínicas recriminaciones contra quienes amenazan su poder económico y político, sin vergüenza del espectáculo hipócrita que representan. Allí el discurso de la ética se pronuncia a la perfección de dientes hacia afuera.

Para los periodistas y dueños de los “minifundios informativos” -de los que habla Javier Darío Restrepo como alternativa a aquellos “latifundios” poderosos-, los llamamientos éticos penden como “espada de Damocles”, convirtiéndose en una exigencia no sólo social sino personal. Con verdadera vergüenza tratamos de no permitirnos ninguna clase de ligerezas con la fama ajena, porque la reputación de hombres y mujeres es sagrada por naturaleza.

Citando al mismo experto en ética periodística, Javier Darío Restrepo, “la única obligación del periodista es el derecho del público a saber la verdad; no se debe permitir que el periodista quede sometido a personas que ejercen el poder”.

Todavía creemos ciegamente que la fuerza de los medios de comunicación está relacionada con su capacidad de reflejar las preocupaciones e intereses del público; es decir, su sensibilidad para sintonizar el bien común. Cuando se les utiliza para el provecho exclusivo de pequeños grupos o para reprimir o silenciar minorías, se violenta su naturaleza. En contrario a la libertad de prensa, está la libertad de empresa, cuando se aleja de la naturaleza del bien común.

En fin, entre muchas otras reflexiones sobre la ética periodística, los “periodistas del medio” sabemos que fallamos si nos hacemos portavoz de políticos o de intereses creados, si no respetamos la vida privada, la dignidad y la intimidad de las personas.

Nos es claro que “la responsabilidad es un límite a la libertad y la libertad es una puerta abierta a la irresponsabilidad”, aunque los medios de la “clase alta” lo prediquen y no lo acaten, y los electores de la “clase baja” no comprendan que eso es más importante que recibir una dádiva por su voto.

Vea más información en www.sinergiainformativa.com

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