lunes, 6 de septiembre de 2010

LA VIOLENCIA URBANA SE TRAGA LA EDUCACION

Luis Pérez Gutiérrez

En Bogotá Cómo Vamos dicen que la violencia es tema infaltable en todas las reuniones. En Medellín, la violencia sofoca, asusta, derrota. En Cali es tema cotidiano. Y así, en las grandes ciudades la violencia no respeta. De nuevo, la sociedad urbana está pesimista y reclama mano dura de reacción inmediata.

La delincuencia ha ganado tanto espacio, que en algunos lugares parece lo lícito, lo legal, lo cotidiano. Y toda violencia sin murallas y sin quien la ataje, nunca tendrá fondo. Atropella y llega hasta los espacios más sagrados de la sociedad.

Una proclama colectiva es más Educación para derrotar la violencia urbana. Pero ya vamos al abismo: Es la violencia urbana la que se traga la educación.

Si la violencia urbana se traga la educación, es un mensaje de desastre social, que nos tiene que aterrorizar.

En Bogotá la mafia de los jíbaros ingresan a los Colegios, dice el Espectador. Según la Concejal Gilma Jiménez, los estudiantes ya no solo son consumidores, sino también expendedores.

En Medellín, los colegios están siendo tomados como mercado natural del microtráfico. Los Jibaros abundan en colegios y se pelean a muerte el pequeño mercado de sus compañeros. En 2009 fueron asesinados 84 estudiantes cerca a sus colegios y se presume que todo se debe a confrontación por la venta de narcóticos en su colegio.

Asimismo, La Universidad de Antioquia es el centro de distribución y consumo de droga más cómodo de la ciudad. Un Capo del Narcotráfico decía que el lugar más seguro para venta y distribución de droga es la Universidad. La Universidad Nacional en Bogotá está agobiada de vendedores ambulantes y de droga que la hacen “insegura y censurada”

Las Ollas o expendios de droga se están ubicando cada día más cerca a Colegios y Universidades.

Como los educadores son fabricantes de buenos ciudadanos, ahora le estorban a la violencia urbana.

En todas las ciudades, la violencia urbana tiene en jaque a muchos educadores que por amenazas de delincuentes son obligados a trastearse de colegio o de ciudad. Los que no quieren la violencia, los que no quieren ver a sus estudiantes usando narcóticos son los primeros amenazados de muerte. Esto ya es horrible.

Pero para más humillación, los combos de la Comuna Nororiental de Medellín tomaron la decisión de extender la vacuna a maestros de diferentes colegios de la comuna.

La exigencia es que todo educador debe pagar a los combos una vacuna de $5.000 semanales. Un Maestro, con el honor destruido, decía la semana pasada que a 105 educadores de sus colegios los tienen vacunados para poder ejercer su tarea educadora.

Así se empieza; y si no se para de inmediato, puede terminar que todos los educadores urbanos tengan que pagar vacuna a los delincuentes por el “delito” de fabricar buenos ciudadanos.

A la educación no admite censura. Y han sido históricas las luchas estudiantiles y profesorales en defensa de su autonomía.

Pues hoy, la violencia urbana tiene esclavizada a la educación. La tiene censurada, dominada, domesticada. Resulta peligroso educar contra la violencia, qué vergüenza! Es un riesgo de muerte que el educador eduque contra el uso de narcóticos, qué deshonor.

Si antes la educación protestaba contra el régimen por que los censuraba, ahora hay que exigirle al régimen que libere a la educación de la esclavitud y la censura que le quiere imponer la delincuencia.

Es un deshonor para la patria que los educadores paguen a combos vacuna semanal. Es una humillación para su calidad de intelectuales, que los maestros paguen a delincuentes por educar la juventud. Es un deshonor que no solo viola sus bolsillos sino, esencialmente, sus más caros principios de vida.

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