miércoles, 18 de agosto de 2010

Cómo manejar el estrés


Samuel Arango M. | Medellín | Publicado el 16 de agosto de 2010

Manos que se despellejan, úlcera, inflamación de colon, reflujo, gastritis, caída del pelo. Ojo, usted está sufriendo de estrés. Estos buenos consejos le servirán para mejorar, antes de que llegue el infarto:

Haga una pausa de 10 minutos por cada 2 horas de trabajo. Aproveche para pensar en usted, analice sus actitudes. El silencio dice mucho.

Aprenda a decir NO sin sentirse culpable o creer que lastima a alguien. Darle gusto a todo el mundo es lo único que Dios no puede hacer.

Planee su día, pero deje siempre un buen espacio para cualquier imprevisto, consciente de que no todo depende de usted. Ponga en la agenda sus propios momentos y respételos.

Concéntrese en una tarea a la vez. Por más ágiles que sean sus cuadros mentales, usted se cansa.

Olvídese de una vez por todas que usted es indispensable en el trabajo, casa, o grupo habitual. Por más que eso le desagrade, todo podría caminar sin su intervención, menos usted mismo.

Deje de sentirse responsable por el bienestar de los otros. Cada uno es dueño de su propia felicidad. Usted no es el eterno maestro de ceremonias.

Pida ayuda sin pena siempre que sea necesario, pero pídasela a las personas correctas.

Separe los pocos problemas reales de los muchos imaginarios que hay que eliminar porque son pérdida de tiempo y ocupan un espacio mental precioso para cosas más importantes. No se "empelicule".

Descubra el placer de cosas cotidianas como dormir, comer y pasear, pero sin creer que es lo máximo que puede conseguir en la vida.

Evite envolverse en ansiedades y tensiones ajenas que causan ansiedad y tensión. Ayude, pero no haga suyos los problemas de los demás.

Su familia... NO es usted, está junto a usted, compone su mundo, usted la adora, pero no es su propia identidad.

Comprenda qué principios y convicciones inflexibles pueden ser un gran peso que evita el movimiento y la búsqueda.

Es necesario tener siempre a alguien a quien le pueda confiar y hablar abiertamente.

Conozca la hora precisa para salir de una cena y dejar una reunión. Nunca pierda el sentido de la importancia sutil de salir a la hora correcta.

No quiera saber si hablaron mal de usted, ni se atormente con esa basura mental. Escuche lo que hablaron bien de usted, con reserva de inventario, sin creérselo todo.

La rigidez es buena en las piedras pero no en los seres humanos. No sea cabeciduro.

Una hora de inmenso placer sustituye, con tranquilidad, tres horas de sueño perdido. El placer recompensa más que el sueño. Por eso, no pierda una buena oportunidad de divertirse.

No abandone sus tres grandes e invaluables amigas: Intuición, inocencia y fe.

Entienda de una vez por todas, definitivamente y en conclusión que las cosas no son como son, sino como somos.

Y para concluir vale la pena pensar que si un problema tiene solución, no hay de qué preocuparse. Y si el problema no tiene solución, tampoco.

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