martes, 11 de mayo de 2010

RECORDANDO A MAQUIAVELO .



Autor: RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA

EL NUEVO SIGLO

Maquiavelo decía que para obtener nuevos partidarios basta con que se aprovechen los sutiles recovecos de la naturaleza humana. Así se suman los más débiles. Eso se logra en el mundo de hoy con rumores falsos, insinuaciones acomodadas y verdades a medias. La publicidad que imita la voz del Presidente es anuncio de lo que viene.

La violencia es instrumento maquiavélico y efectivo. Con armas se vence, no importa si ellas son tecnológicas, reales o de chantaje. “No puede haber leyes óptimas sin armas idóneas”. Convencen y ayudan a que el pueblo, que es voluble, se mantenga en línea so pena de sufrir las consecuencias. Sirven para lograr la continuidad de los mandos, sean estos republicanos o monárquicos, que en un descuido se unen en el horizonte de los caudillismos. La crueldad debe aplicarse con rapidez, mala es aquella que va creciendo con el tiempo y se mantiene en lugar de desaparecer.

Dividir es otra técnica del italiano transformador de la política. Quedarse en la mitad para dirimir y gobernar sin compañía es un arte. Golpear a diestra y siniestra, tan fuerte que los injuriados no puedan reponerse. En los últimos años apareció en Colombia un número plural de partidos políticos, producto de ese ejercicio del poder, no de diferencias ideológicas fundamentales.

El “estado de opinión” también es tratado por nuestro invitado. La última forma de hacerse con el poder es mediante el apoyo ciudadano. De los poderosos o del pueblo, de ambos tanto mejor. El respaldo popular resulta de un trabajo incesante, de una conexión permanente con las masas, porque ellas están siempre dispuestas a voltearse. Atraer a los poderosos es mucho más fácil: son pocos y se alinean en procura de sus propios beneficios, medran alrededor del elegido. Dar a los ricos es una manera expedita de guardar su fidelidad, cumplir con los pobres es una tarea de gigantes.

El gobernante debe ser amado o temido, nunca odiado. En eso se basan los subsidios a los necesitados y los golpes a los insolentes. El poder tiene que ser fuerte, sin fisuras, cerrado. Así los demás lo aman por lo recibido, le temen por la dureza de sus tentáculos, pero no se atreven a odiarlo, y si lo hacen no pueden manifestarlo, nadie ayuda.

No es sencillo que en unas semanas J.J. Rendón logre influir a un electorado efervescente y decidido, no importan las armas. Pero si lo consigue, podrá ratificar la fama de fiel intérprete Maquiavelo. ¿Será eso lo que quiere el pueblo?

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