La reforma tributaria trae una modificación que repite el engaño en que se
ha venido incurriendo en la última década con las políticas de flexibilización
laboral, que presupone que cuando se le rebajan al empresario las cargas
tributarias o los gastos, las mismas se traducen en más empleo.
Cuando se produjo la reforma a las horas extras en el congreso Piedad
Córdoba se opuso vehementemente sobre la base de que al final el trabajador
terminaría sin horas extras y el empresario no haría nada por incrementar el
empleo. Así fue. La clase trabajadora ha venido perdiendo en los últimos diez
años lo que ganó en cien años de luchas laborales.
Hoy son contratados a través de terceros, las famosas cooperativas, se les
ha cercenado en la mayoría de los derechos, se volvieron corrientes los
contratos que no contemplan el mínimo de garantías laborales. El economista
Eduardo Sarmiento lo sintetiza magistralmente:
“El expediente es de la misma familia de la flexibilización laboral que
presume que el desempleo se origina en rigideces laborales y, en consecuencia,
se corrige bajando los salarios. En aras de esas doctrinas se recortaron las
compensaciones por horas extras y dominicales, se crearon las cooperativas de
trabajadores, se ajustó el salario mínimo por debajo de la productividad y se
incrementó la tributación indirecta.”
Donde están los sindicatos, los congresistas que dicen proteger a la clase
trabajadora, que pasó con las centrales obreras. Señores, alguien tiene que
oponerse a este esperpento.
El presidente, que siempre dice reconocer sus errores debería revisar este
punto. Señores asalariados, sino reaccionan, volverán a favorecer al empresario
en detrimento de sus derechos, se ha vuelto costumbre en este país.
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