Luis Pérez Gutiérrez
La Operación Orión que pacificó la Comuna trece de Medellín es quizás la acción de seguridad urbana más importante de Colombia y adquiere vigencia ahora cuando de nuevo la violencia golpea las ciudades.
En 2002, La comuna trece era un territorio donde los ilegales impusieron una guerra de posiciones, con la indiferencia de las autoridades. La Comuna era un espacio urbano sin ciudadanía. Batallaban allá a bala limpia un salpicón de ideologías ilegales: guerrilleros, Comandos Armados del Pueblo, paramilitares, narcotraficantes, microtraficantes, traficantes de armas y bandas independientes. Sus disputas inhumanas crearon en la zona el régimen del terror. La pobreza de la gente se hacía más dramática y dolorosa con la acción destructora de los bandidos.
La comuna estaba sin autoridad y era un infierno social. Las calles no tenían señalización, los bandidos la destruían para desorientar y protegerse. Los taxistas no subían al barrio. El 40% de la población fue desplazada por la violencia, “un solo día, se vieron 35 camiones al mismo tiempo sacando apresuradamente familias completas que no aguantaban más..”. A las casas de los desplazados les abrían boquetes en las paredes como garitas para disparar y controlar territorio. Las balaceras a todas las horas dejaban inocentes tirados en las calles y las familias dormían bajo las camas. En las escuelas no se estudiaba: Los colegios fueron convertidos en centros de operación de los Bandidos. Había fábricas de armas. Era lugar seguro para guardar Secuestrados y carros robados. El oleoducto de Ecopetrol era saqueado como fuente de inmensas rentas ilegales. Al conflicto llegaron armas largas cuyas balas perdidas aún a ciudadanos de otros barrios.
La Alcaldía de la época organizó un plan de respuesta social y creó además 200 defensores de derechos humanos para que las 24 horas del día vigilaran y denunciaran atropellos y desapariciones. El Ejército, la Policía y Metroseguridad con la Operación Orión intervinieron con severidad la comuna con el compromiso que mil militares permanecerían en la zona hasta erradicar de raíz la ilegalidad.
En el primer año después de la operación Orión los homicidios en Medellín disminuyeron en 2.000. 2.000 personas se salvaron de morir por la violencia en el solo 2003. Los atracos y delitos en la comuna 13 bajaron en un 90%. La movilidad ciudadana se recuperó total. La economía del barrio revivió. En Medellín no quedó espacio vedado para ciudadanos ni autoridades. Brilló la autoridad como virtud de la democracia. La gente gritaba a las autoridades “No se vayan No se vayan”.
Dijo Don Berna que varios paramilitares ayudaron con información a militares en la operación Orión. No es descartable esa tesis. En el gobierno del Presidente Uribe ser informante era una profesión anónima y poco se Sabía de quien informaba.
Los bandidos son constructores de miedo, son fabricantes de pánico. Y así estaban volviendo a Medellín. Ciudad de pánico. Ciudad de Miedo. La operación Orión devolvió el valor de la legalidad.
En los últimos años los ilegales están otra vez creando la ciudad del pánico y la ciudad del miedo. Qué horror: cuando las autoridades son débiles cohonestan con la corrupción y la ilegalidad. Algo hay qué hacer.
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