Mercachifles
Buitres ambiciosos que comercian con la educación como si fuera un delito menor.
Los motivos fueron varios, pero hubo uno que la sacó del estadio:
entregarle títulos chimbos de abogados a unos presos por asesinato. Seis
exjefes paramilitares que están hoy en La Picota y que pagaron más de
25 millones de pesos para graduarse en la cárcel como abogados. El
problema es que el diploma les salió falso, porque el programa de
Derecho que cursaron no tenía el aval del ministerio del ramo.
Hay que tener mucho coraje para atreverse a engatusar a unos
exparamilitares responsables de tantos crímenes y masacres. O ni tanto,
porque de esas universidades de garaje están repletas todas nuestras
ciudades. Empezando por la Fundación Universitaria San Martín, cuyos
directivos son investigados hoy por la Fiscalía por estafa agravada en
masa, fraude procesal, falsedad en documento público y concierto para
delinquir.
Pero no es la única en la mira de las autoridades: la Universidad
Gran Colombia, la Universidad de Cundinamarca, la Inca, la Corporación
Universitaria Regional del Caribe, la Corporación Universitaria Rafael
Núñez, el Centro de Estudios de Arte, la Corporación Real de Colombia,
la Universidad del Pacífico, la Unad y la Autonóma del Caribe hacen
parte de la larga lista de universidades que están bajo la lupa del
Ministerio de Educación por presuntas irregularidades académicas,
administrativas y financieras.
Y es que la educación en Colombia se volvió un negocio. Un negocio de
buitres codiciosos y ambiciosos, sedientos de plata y dinero.
Mercaderes de títulos que embaucan a la gente, sin importar su condición
económica ni los esfuerzos que hacen para poder pagar las enseñanzas de
unos mal llamados maestros.
Se supone que la educación en Colombia no puede ser un negocio. Se
supone, de hecho, que es una actividad sin ánimo de lucro. Pero nada más
lucrativo que una institución de educación superior, a excepción de
unas cuantas. Cómo serán de buen negocio que hoy se venden en Panamá, en
medio de millonarias transacciones que están por fuera del radar. Así
sucedió con la venta del Politécnico Grancolombiano a la multinacional
Whitney International University System, una empresa privada de
educación virtual, con sede en Miami. De igual manera, la Escuela de
Administración de Negocios (EAN) estuvo a punto de ser vendida al grupo
Laureate International Universities, un imperio de 87 instituciones
privadas de educación superior con presencia en 28 países y en la Bolsa
de Nueva York. Iguales propuestas se cocinan para la Fundación Los
Libertadores y otras universidades del mismo corte.
Hay que ser muy bruto o muy ingenuo para pensar que la educación en
Colombia no es un negocio. Eso y montar una iglesia son lo más rentable
que existe en nuestro territorio. Mercaderes de la fe y la educación que
explotan y engatusan, sin compasión, a la gente.
PAOLA OCHOA